Los socialistas alemanes quieren censurar podcasts de hombres

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Los socialistas alemanes (SPD) parecen decididos a desaparecer, a juzgar por las propuestas que hacen a sus ciudadanos, algunas compartidas con los demás partidos tradicionales: traer inmigrantes «para pagar las pensiones», proseguir con la descarbonización económica, obligar a la gente a sustituir a su costa las calderas de gas, negarse a deportar a los delincuentes extranjeros… Y la más trascendente para la democracia nacional: prohibir el segundo partido del país, Alternativa para Alemania (AfD), con diez millones de votos.

Ahora, las juventudes socialistas de la ciudad de Kiel, capital del estado de Schleswig-Holstein, han dado un paso más en la campaña liberticida de su partido. La organización local de los jusos (como se les apoda) ha presentado en la conferencia de delegados estatales una propuesta en la que demanda la prohibición de los podcasts, siempre que los dirijan varones alemanes. El título de la propuesta es: «¡Prohibir los podcasts para hombres! ¡Quitarles los micrófonos!».

En Estados Unidos, la progresía ya exigió la censura del podcast de Joe Rogan, con más de catorce millones de oyentes, porque, decían los policías de la moral, daba pábulo a ideas «incorrectas» y «falsas» sobre las vacunas del covid; y lo mismo intentaron hacer con el programa de Tucker Carlson por considerarlo «desinformación» rusa. Hace unos días, la diputada Ione Belarra reaccionó a las preguntas que le dirigía la abogada Paula Fraga en el programa de Cuatro Todo es mentira espetándole que en otro país sería juzgada por «delito de odio» y que no debería participar en medios de comunicación.

Uno de los podcasts que más irrita a los socialistas de Kiel es el de Hoss & Hopf, presentado por Philip Hopf y Kiarash Hossainpour, porque les acusan de ensalzar los «ideales tóxicos de masculinidad», «difundir teorías conspirativas» y tener «mentalidad alfa». El programa trata asuntos como las finanzas, la política y la masculinidad tradicional; y sólo en YouTube cuenta con más de 400.000 suscriptores.

Según publica la prensa digital alemana, como Apollo News, los jusos quieren que los podcasts que vulneren el «orden fundamental, libre y democrático, y el sentido común» sean suspendidos de las redes sociales hasta que presenten a las autoridades un «plan de mejora», que incluya «una verificadora de hechos» femenina para corregir las declaraciones «falsas».

Encima, los jusos concluyen su moción con las siguientes palabras: «La libertad de expresión en Alemania es y sigue siendo un activo importante de nuestra democracia». Todos somos iguales, pero unos más que otros.

Los críticos de esta propuesta se preguntan si los jóvenes socialistas quieren regresar a la época de la Alemania Oriental, donde los periodistas y los artistas sólo podían trabajar con permiso de la dictadura comunista. Kiel, por cierto, se encuentra en la antigua Alemania Occidental.

¿Dónde, en cambio, no hay vetos a la aparición de hombres adornados de esa masculinidad tóxica tan peligrosa y antidemocrática? En los anuncios de reclutamiento de soldados, ahora que el Gobierno de populares y socialistas ha decido recuperar el servicio militar para enfrentarse a la amenaza rusa. Por los motivos que sea, para servir en la Bundeswehr y arriesgar la vida por Alemania, el ministro de Defensa, el socialdemócrata Boris Pistorius, prefiere dirigirse a ciudadanos blancos, de apellidos germanos, de familia asentada en el país durante generaciones, en vez de a los cientos de miles de refugiados acogidos en los últimos años. Quizás éstos no sean de fiar.

¿De verdad espera el nuevo Gobierno de coalición CDU-SPD que los jóvenes alemanes a los que desprecia, margina y ahora quiere censurar vayan a morir por defender semejante régimen político frente a Rusia?

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