Sindicatos: ¿cuánto, cómo y por qué?

Hace unos días, el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, el hombre que participa y cobra en el Consejo Consultivo de Endesa, echó, pañuelo al cuello, una gran bronca a todos aquellos que haciéndose preguntas no le dejan “disfrutar del verano”.
Hacía algún tiempo que no se oía tamaña insensatez en un dirigente que vive -nada mal, por cierto- fundamentalmente de las subvenciones que generan los impuestos ciudadanos. En el fondo, el muchacho estaba en lo suyo: intentando echar una mano a un Gobierno desbordado, incapaz de garantizar la supervivencia a millones de familias ahogadas por la inflación y el desastre económico. ¡Dejen de dar el coñazo! Vino a decir el gran estadista ugetista, que yo me voy a la playa.
Los sindicatos es el último gran tabú que queda en España. Todos, incluso la monarquía, han caído. Sabemos lo que cobra el Rey, la Reina, el presidente del Gobierno, diputados y senadores, los jueces del Tribunal Supremo, etc…Pero nada sabemos de los líderes sindicales…¡Por todos los conceptos!
Vayamos por partes. UGT y CCOO se conducen como mera correa de transmisión del poder gubernamental de las izquierdas. Critican la corrupción de la derecha -están en su derecho- pero ignoran la suya.
¿Cuántos millones por sentencia firme deben a los contribuyentes españoles sólo por su implicación en el maloliente asunto de los ERES andaluces? ¿Cuánto dinero han devuelto?
El de CCOO está más volcado en la Operación Yolanda que en denunciar las dificultades de sus teóricos representados, los trabajadores. ¿Movilizarse contra un estado imposible de cosas para los asalariados y pensionistas? ¡Para qué! Ya llegará la derecha… Hay que reservar fuerzas y tener las pancartas impolutas.
Ya tengo alguna memoria de los últimos lustros acaecidos en este país. No había comprobado nunca desde la restauración democrática tal grado de desprestigio hacia unas instituciones claves en democracia como son los sindicatos. En realidad, nos encontramos ante el secreto de la esfinge, esto es, no hay secreto. Tan sencillo como esto: ¡Quien paga, manda!