Sin disidencia no hay paraíso
Para que Pablo Casado pueda optar a ganar las elecciones generales, antes habrá que decidir si lo hace presidiendo un partido monolítico, con gente como García Egea, o un partido moderno que tolere las voces libres de Ayuso y Álvarez de Toledo. Dicho de otra manera, sin disidencia no hay paraíso y la disciplina a rajatabla que imponen los siervos envidiosos llevará al desastre. Las estructuras abiertas generan más confianza entre los votantes que los corsés de hierro, que apenas producen pesimismo. Afortunadamente, en Génova, aún manda Casado, político con una idea indestructible: “Sacar al tirano de palacio, de su particular paraíso”. Para lograrlo, el líder del PP, necesita a Cayetana, aunque le llame “veleta”, y a Ayuso, que le ha servido la gloria en bandeja de plata. Si Casado pone firmes a los envidiosos y apuesta por un PP libre y moderno, ganará las elecciones. Si no, desaparecerá del mapa político.
La diferencia entre el PP y el sanchismo, que no un partido, pues el tirano lo rige sin transparencia alguna y con abusos mil, sería como comparar el futuro de nuestra democracia presidida por Casado con alguien que desea forjar una república bananera, una dictadura comunista sostenida por gentuza y demás ávidos trincones. Casado tiene en sus manos librarnos de los delincuentes que insultan al Rey y a toda la nación española, o abrazarse a sus consejeros carcas, empeñados en hacer del PP un partido gris; Casado tiene en sus manos librarnos de los delincuentes que insultan al Rey y a toda la nación española. Sin Ayuso ni Álvarez de Toledo, el PP de Casado, no ingresará en el futuro. Frente a esas mujeres de risa que exhibe el sanchismo, el centroderecha debe apoyar a muerte a dos mujeres importantes, lúcidas, válidas, con tanta fuerza mediática como Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo. Sin disidencia no se llega a Moncloa.
Hablemos de otro tipo de damas, por decir algo, que también cotizan al alza. Yolanda Díaz, marxista de gustos caros, imita a Sánchez y se apunta al plagio, registrando marcas que acuñó Goebbels cuando los ejércitos nazis retrocedían en todos los frentes: “Frente Amplio, Defensa Elástica”. Para estrenar el eslogan, tantas veces plagiado, la gallega montó un aquelarre en el teatro Olympia de Valencia con un guion parejo al de El quinteto de la muerte, por la risa que generó su lema: Otras políticas. Es decir, ella, la agente doble de Iglesias y vicepresidenta del Gobierno, con sus funestas hechiceras, que no cotizan en bolsa, como Ada Colau, la alcaldesa que arruinó Barcelona; Mónica Oltra, la impúdica vicepresidenta de la Generalidad valenciana; Mónica García, la pistolera, que lo único que sabe hacer es calumniar a Ayuso y, la guinda del pastel, Fátima Hamed Hossai, feminista marroquí, fiel a los mantras xenófobos, aunque no distingue el velo del burka. El quinteto y su plataforma fue tan bien recibido que le tiraron huevos.
La palabra de Joaquín Leguina vale su peso en oro. No defrauda. El ex presidente de la Comunidad de Madrid afirma que la Comunidad está mejor desde que gobierna el PP. Y añade: “El PSOE que yo viví, ya no existe, hoy es una sigla propiedad de un señor llamado Pedro Sánchez, que hace poco caso, por no decir ninguno, a los que tuvimos experiencia de gobierno. Hoy confunden a la izquierda con un par de apóstoles, Pedro y Pablo”. El histórico echa pestes contra el nuevo dictador, que prepara la Ley de Memoria Democrática, en la que se exige la supresión del título de Rey de España, con la sola y muy zafia intención de enfrentar a los españoles. El quinteto de gafes aplaude la propuesta y estando tan negro el paisaje, a Casado no le queda otra que dar luz verde a Ayuso y Álvarez de Toledo. Nos vemos en el Paraíso, mientras el zumbado huye a Venezuela.