Si el PP no espabila…

Si el PP no espabila…

Si la política española cotizara en Bolsa, no cabría ninguna duda de que el valor en alza en estos momentos es naranja y se llama Ciudadanos. Tras la rotunda victoria de Inés Arrimadas en Cataluña, la formación que preside Albert Rivera se siente capaz de cualquier logro en las urnas. El triunfo en esta comunidad autónoma ha sido esencial para cimentar esas aspiraciones, amén de un golpe infinito de moral. Dado el contexto tan complejo que vive la región, es una buena noticia que la fuerza más votada sea leal a la legalidad vigente y defensora a ultranza de la unidad de España. Ese triunfo es aún más importante para ellos porque va unido de manera indisociable al descalabro del Partido Popular, sin grupo propio en el Parlament con casi toda probabilidad.

Un momento de fortaleza propia y de debilidad ajena —la del PP— que los dirigentes de Ciudadanos quieren aprovechar. Algo comprensible, ya que en la política actual el momento siempre suele ser «ahora». La actividad institucional entendida como sentido de Estado y servicio al bien común recomendaría que naranjas y populares fueran aliados más que rivales. Sería lo mejor para los españoles, ya que el centroderecha es un dique para cualquier veleidad proveniente tanto por parte de los independentistas como del populismo radical. No obstante, Ciudadanos, con el sorpasso consumado a Podemos y PSOE, ahora quiere extenderlo al PP y para lograrlo saben que la puerta de entrada está en los ayuntamientos y Cámaras autonómicas más importantes de España.

Ante esta inercia ganadora y alcista de los de Rivera, el Partido Popular tendrá que fijar sus posiciones y reenganchar a su electorado tradicional si quiere mantener la posición preponderante del centroderecha español. Algo que, a tenor de las últimas encuestas, no tiene asegurado ni muchísimo menos. Si Ciudadanos conquistara alguna ciudad o región importante en las próximas elecciones locales y autonómicas podría empezar a soñar de verdad con optar a la Presidencia del Gobierno. Algo que, por estructura y presencia, aún parece lejano, pero no imposible como hace tan sólo unos meses. Ciudadanos ha pasado de aliado a enemigo íntimo del Partido Popular en un tiempo récord. Los de Génova 13 tienen trabajo por delante. Prueba de que los naranjas son ya un rival más que un socio lo da el discurso de Mariano Rajoy durante el pasado fin de semana. No obstante, esperemos que ambas formaciones tengan claro que, antes de competir entre ellas, deben trabajar en común por la estabilidad de España.

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