Sexo en manada Vs. superficialidad y complejos políticos
Tengo la sensación, de un tiempo a esta parte, de que la política española de los últimos años ha venido marcada por la superficialidad y los complejos. En lugar de afrontar los problemas de modo integral y formular discursos políticos completos, se recurre a las emociones que generan los dramas como queriendo expresar algo más, pero sin formularlo, normalmente por complejos. Por ejemplo, los centralistas estiran el discurso contra el entorno filoetarra sin atreverse a formular sus legítimos anhelos por complejos heredados del régimen político anterior; los igualitaristas estiran el discurso contra la violencia de género o la discriminación de las personas lgtbi en lugar de formular una aplicación política plena de la perspectiva de género (que afirma que sexo y género no son lo mismo); y los independentistas estiran la defensa de los presos y enlazan de amarillo Cataluña entera evitando una formulación actual (es decir, posterior al tiempo del referendum y el 155) de su discurso.
La consecuencia estética de esta situación es que en los Ayuntamientos y otras instancias oficiales se exhiben pancartas, lazos y banderas complementarias. No basta la bandera oficial representativa de la Constitución en la que ya están representados los derechos y valores democráticos. Hace falta algo más que muestre la orientación que quiere darse a la acción política, y ese algo se expresa en estos símbolos. En este contexto político, la sociedad española ha asistido al repugnante acontecimiento de Pamplona por el que cinco jóvenes popularmente conocidos como “la manada” han sido condenados por delitos sexuales. La reprobación social de la manada se ha convertido en otra bandera política con la cual intuyo que también se quiere expresar algo más general, pero sin llegar tampoco a formularlo.
Una vez más, nos comen la superficialidad y los complejos. A poco que se indaga el asunto, se puede conocer que el caso de Pamplona no ha sido único: un reportaje del pasado Marzo de la periodista Ángeles Escrivá contabilizó más de 100 casos de “sexo en manada” por los cuales hay imputados más de 350 hombres. Detrás hay un problema de bestialismo, banalización del sexo, mala educación, consumo descontrolado de pornografía, cosificación no resuelta de las mujeres (ahí sigue la prostitución sin que nadie se atreva a afrontarla), mal uso de las redes sociales y malos hábitos masculinos (el 70% extranjeros).
Afrontar de verdad el problema del sexo en manada requeriría una profundización casi imposible en un debate político marcado por las emociones y las banderas concretas, sin formular discursos de fondo. Requeriría también un arrojo grande, pues no es lo mismo enfrentarse a cinco delincuentes que a toda la industria de la pornografía, la de la prostitución y a los hábitos nocivos de miles de hombres (nacionales o extranjeros). Requeriría, en suma, verdad, valor y valores en política. Pero para alcanzar estas tres “v”, haría falta superar dos males: la superficialidad y los complejos políticos en los que por desgracia vivimos instalados.
- Diego Vigil de Quiñones Otero es Registrador de la Propiedad y miembro del act tank Qveremos.