Sánchez a la ONU sobre el ataúd de un soldado español
El día 18 de junio de 2021, el socialista portugués António Guterres fue reelegido para un segundo mandato como secretario general de las Naciones Unidas, que comenzó el 1 de enero de 2022 y finalizará el 31 de diciembre de 2026. El 16 de noviembre de 2023, Pedro Sánchez fue investido por tercera vez como presidente del Gobierno de España para una legislatura que, como mucho, podría durar hasta mediados de 2027, si no prospera antes ninguna moción de censura. En mayo de 2023, ante los malos resultados conseguidos por el PSOE en las elecciones municipales y autonómicas, Sánchez anunció con siete meses de adelanto, que las elecciones generales que tocaba celebrar en diciembre las anticipaba a julio. Un plazo parecido sería suficiente para que Pedro Sánchez se postulase como sucesor de António Guterres al frente de la Secretaría General de Naciones Unidas.
Se ha especulado mucho con el giro de 180 grados en la política internacional de España respecto al Sáhara Occidental protagonizado por Pedro Sánchez en marzo de 2022, cuando, por su cuenta y riesgo, sin informar a su Consejo de Ministros ni al Congreso ni al jefe del Estado, entregó el Sáhara a Marruecos enviando una carta al Rey Mohamed VI que inmediatamente fue hecha pública por la Casa Real marroquí. Muchos pensamos que este cambio tan radical podría estar relacionado conque, un año antes, Pedro Sánchez había sido espiado con el sistema Pegasus que permite acceder al contenido de los teléfonos, de modo que, algún Gobierno extranjero, había obtenido así casi 3 gigabites de su teléfono privado. Pero, si pensamos que el líder del PSOE podría estar allanando su camino hacia la ONU, veremos con otros ojos hasta la gira africana que este verano hizo por Mauritania, Gambia y Senegal, países a los que el Consejo de Seguridad de la ONU consulta sobre el Sáhara.
Y puestos a relacionar asuntos, empezaría a tener sentido que Pedro Sánchez se haya desentendido de nuestros socios de la Unión Europea y de los Estados Unidos para que España haya premiado a los terroristas de Hamás reconociendo al Estado de Palestina, como también han hecho 145 de los 193 Estados miembros de pleno derecho de las Naciones Unidas; aunque dicho reconocimiento unilateral haya provocado un enfrentamiento directo contra Israel y su primer ministro, Benjamín Netanyahu, causando que estos hayan retirado a su embajadora en Madrid, Rodica Radian-Gordon.
Sigue Pedro Sánchez los pasos de António Guterres con su actitud antisemita. El pasado día 7 de octubre, aniversario de la masacre terrorista contra civiles israelíes, el Gobierno de Sánchez permitió que se celebrara en Madrid una manifestación calificada por Israel como «celebración de la brutal masacre de Hamás el 7-O». El Gobierno de Benjamin Netanyahu declaró al secretario general de la ONU persona non grata, prohibiendo su entrada en el país, por negarse a condenar el ataque con 200 misiles de Irán contra Israel. Circunstancia que rápidamente aprovechó el presidente del Gobierno para mostrar su apoyo a Guterres, posicionándose de nuevo contra Israel.
En este contexto, Israel ha solicitado que Naciones Unidas retire a sus cascos azules del sur del Líbano, ya que se han convertido en «escudos humanos» para los terroristas de Hezbolá. Entre estas tropas se encuentran 650 militares españoles, ubicados en la base Miguel de Cervantes en Marjayún, de los que nuestro Estado Mayor opina que «la misión ya no tiene sentido», ya que las tropas de paz no deben mantenerse en medio de una guerra, a pesar de lo cual, el Gobierno de España ha confirmado que no piensa retirar a nuestros soldados de Líbano. Esperemos que Pedro Sánchez no esté pensando hacer su campaña para suceder a António Guterres en la Secretaría General de Naciones Unidas subido al ataúd de un militar español.