Sánchez: del «salid y no tengáis miedo» al «quédense en casa»

Sánchez: del «salid y no tengáis miedo» al «quédense en casa»

Fue el pasado 4 de julio cuando Pedro Sánchez, ufano como un pavo, les decía a los españoles que salieran a la calle y no le tuvieran «miedo a los rebrotes». Había acabado un largo periodo de confinamiento, uno de los más duros de Europa, y el jefe del Ejecutivo se jactaba de haber vencido al virus. Tras un estado de alarma marcado por la mentira y la incompetencia, Sánchez abría la puerta a los españoles con una intervención en la que sólo le faltó decir «salid y disfrutad».

Apenas cuatro meses después, Sánchez vuelve a salir a escena para alertar de la gravedad del momento, pedir sacrificios a los españoles y profetizar que vendrán meses difíciles. Y poco más. Con la pandemia en clara fase de expansión, varias comunidades le han pedido al Gobierno que decrete el estado de alarma para dotar de soporte jurídico a su intención de decretar una suerte de toque de queda que impida que los ciudadanos salgan de madrugada de sus casas. La misma incapacidad que mostró el Gobierno socialcomunista antes y durante lo peor de la pandemia, la está exhibiendo ahora, de forma grosera, cuando el virus vuelve a causar estragos. Tuvo tiempo Sánchez de arbitrar medidas para que el confinamiento general que se nos viene encima fuera posible sin necesidad de decretar un nuevo estado de alarma, pero este Gobierno está batiendo todas las marcas de ineficacia. Ni plan A, ni plan B ni cáscaras.

Lo que ha hecho Sánchez es lavarse las manos, salvo para intentar llevarse por delante la figura de Isabel Díaz Ayuso. A la Comunidad de  Madrid le impuso un sectario estado de alarma, cuando las medidas de restricción de movimientos decretadas por el Gobierno regional estaban funcionando, y ahora, cuando la situación en otros territorios pasa de castaño a oscuro, se pone de canto. Todo en Sánchez es un uso torticero de la pandemia con fines estrictamente partidistas. Ahora, vuelve a confinarnos, pero pretende que el marrón se lo coman las autonomías.

 

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