Sánchez cambia la lava por la loa

Sánchez cambia la lava por la loa

Pedro Sánchez ha cambiado la isla de La Palma, asolada por la erupción de un volcán, por tres minutos de gloria en la Asamblea General de la ONU, pese a que su secretario general había recomendado que los líderes mundiales, en lugar de viajar a Nueva York, enviaran sus intervenciones en un vídeo que sería emitido en pantallas gigantes. Incluso la página oficial de Naciones Unidas reitera esa petición, dadas las circunstancias derivadas de la pandemia, incluyendo recomendaciones sobre cómo llevar a cabo dicha grabación. No hay duda: Sánchez desoye la petición de la ONU y se presenta en persona. O sea, cambia la lava por la loa.

El límite de tiempo para las declaraciones formuladas por los jefes de Estado y de Gobierno «será de tres minutos», advierte la ONU, que insiste en que no es necesario que acudan de forma presencial. ¿Por qué Sánchez viaja entonces a Nueva York? Pues porque el título de la cita de la ONU es de lo más tentador:»Crear resiliencia a través de la esperanza: para recuperarse de la COVID-19, reconstruir la sostenibilidad, responder a las necesidades del planeta, respetar los derechos de las personas y revitalizar las Naciones Unidas».

Demasiado goloso para un presidente que se pirra por el ecologismo de salón. Si hubiera permanecido en La Palma hubiera cumplido de verdad con los objetivos de la Asamblea de la ONU y, además, hubiera contribuido a conseguir esa sostenibilidad y esa preservación del planeta evitando viajar en avión, que es de lo más contaminante. Pero a Sánchez le puede tanto la vanidad que ha viajado a Nueva York para venderse, en sólo tres minutos, como un líder fiable en la transición energética.

Tres minutos en los que tratará de vender la idea que el compromiso de su Gobierno frente al cambio climático es irrenunciable. Pura propaganda. El viaje perfecto para el presidente más fatuo de la historia de la democracia española.

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