La ‘Salvador Illa’ de la UE
No se trata de un único gol el que le ha metido el Reino Unido con la campaña de vacunación del coronavirus a la UE. Es un diez a cero a la Unión Europea en toda regla, porque mientras los británicos han sabido ejecutar un plan de acción para revitalizar el país, en Bruselas están todavía viendo pasar el tiempo.
Aquí, los ciudadanos asistimos impasiblemente al histórico ejercicio de incompetencia dirigido por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y su Salvador Illa de turno, personificado en la chipriota Stella Kyriakides.
Kyriakides es una titiritera a la que tuve oportunidad de conocer y seguir de cerca durante seis años, y que siempre se caracterizó por definirse como de derechas pero que siempre le hizo el juego a la izquierda y a su agenda globalista.
Ella fue una de las que participó en la conspiración para derribar al español Pedro Agramunt de la presidencia de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en Estrasburgo hace casi cuatro años. Participó en todos los conciliábulos orquestados por los chiringuitos de Soros y sus esbirros junto con los políticos ‘progres’ para acabar con un verso suelto como era Agramunt al que el bueno Juan Antonio de Castro le dedica un apartado especial en su último libro “No sólo es Soros”. Y, claro, Agramunt fue víctima de toda esa banda de torquemadas que siempre saben sacar sus mayores réditos cuando tienen ante sí a una derecha bobalicona.
De hecho, resulta curioso ver como las tapaderas lobistas de Soros encontraron su mejor terreno en España durante los años de Rajoy. Y el propio expresidente fue víctima de no haber sabido detener a tiempo la Hidra de Lerna sorosiana que tanto contribuyó, desde antenas mediáticas y chiringuitos disfrazados de ONGs, a sojuzgar su gobierno. Esos chiringuitos son los mismos, por cierto, que la investigada alcaldesa Colau riega con miles de euros año tras año para crear el ambiente propicio de defenestración de la derecha política hasta la perpetuidad.
Pero volviendo con Kyriakides, la chipriota titiritera, digo que es la ‘Salvador Illa’ de turno, porque al igual que su homólogo español era un filósofo metido a gestionar la sanidad española, ella es una psicóloga cuya experiencia profesional se limitaba a haber ejercido como guía turística de las ruinas griegas y romanas de su país. Luego se metió en política de su país donde no pasó de diputada rasa.
Eso sí, allí era la Irene Montero de la derecha, y durante sus años de presencia en el Consejo de Europa enarbolaba las clásicas consignas identitarias de la izquierda enfrentando, lógicamente, y dividiendo al grupo del Partido Popular Europeo. Gran aficionada a inmiscuirse en los comités de ética donde poner a los demás antes el espejo, huyendo del suyo propio, y repartiendo lecciones de supuesta moralidad y ejemplaridad, ahora es rehén de su propia incoherencia.
Ya está tardando en presentar su dimisión por la nefasta e incompetente gestión de la campaña de vacunación de la UE que ha puesto a los países comunitarios a la cola de la vacunación en el mundo. Sólo Malta y Hungría están por delante de todos porque supieron plantarse frente a tanta negligencia y decidieron, en un claro y responsable ejercicio de su soberanía nacional, comprar vacunas a Rusia y China. Sólo en las últimas dos semanas, los nuevos contagios de coronavirus en Alemania y Francia afectan a casi un millón de personas. El Reino Unido, con un 54,3% de la población vacunada, sólo cuenta con 68.000 contagios. Diligencia frente a negligencia. Hoteles, restaurantes y teatros se disponen a abrir en el Reino Unido el 17 de mayo en una economía que, a buen seguro, se disparará.
No parecíamos tener en España bastante con la banda de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para tener que aguantar también la incompetencia del tándem Kyriakides-Von der Leyen. Apañados vamos.