Sáhara: Sánchez, aislado del mundo

Sáhara: Sánchez, aislado del mundo

La gestión de Pedro Sánchez, un presidente que confunde el ejercicio de la gestión responsable de las riendas de un país con una reunión de patio de colegio con antisistemas de invitados, nos ha llevado al aislamiento internacional. El mayor que vive España en 40 años. Uno podrá pensar que algo similar ocurrió en tiempos del abogadillo del sátrapa Maduro, José Luis Rodríguez Zapatero. Es cierto que EEUU le ignoró, le marginó. George Bush se desentendió de él e incluso en la Moncloa tuvieron que pedir mediación al cantante español Julio Iglesias para que a través del malogrado diseñador Óscar de la Renta, la Casa Blanca le hiciera caso. Pero mientras eso ocurría, Zapatero sí que mantuvo una comunicación fluida con Francia e incluso con Alemania, hasta que llamó “fracasada” a Ángela Merkel días antes de convertirse en canciller alemana por 15 años. El doble del tiempo en lo que le duró el cargo al abogadillo del tirano caraqueño.

En la actualidad, Sánchez está en una situación mucho peor y ha arrastrado con su pésima gestión al conjunto del país. Trump le ha ignorado siempre. Biden pasa de él y hasta Macron no se le pone al teléfono. Lo de estos dos últimos es para hacérselo mirar. Que el “presidente proyectado” de los EEUU por el que Sánchez ha venido apostando en los últimos tiempos no se te ponga al teléfono 40 días después de celebradas las elecciones estadounidenses es algo que no pasaba desde los tiempos de Franco. Pero no sólo eso. Me cuentan desde el Ministerio de Exteriores que en Francia andan muy enfadados con la política del presidente español.

Los hechos son claros e incontestables. El fracaso del gobierno español en colocar a Nadia Calviño al frente del Eurogrupo. El fracaso también de impulsar a la ministra de Exteriores a González Laya al frente de la Organización Mundial del Comercio. El fiasco de la negociación de los fondos comunitarios de recuperación por la pandemia. El también descalabro con la marcha de la planta Nissan en España y la consiguiente pérdida de miles de puestos de trabajo. Y cuando parecía que el último episodio iba a ser el del pasado verano con Reino Unido, Alemania, Francia y otros tantos países europeos vetando a sus nacionales a viajar por España, llega ahora la puntilla final del reconocimiento del Sahara Occidental como parte del territorio soberano de Marruecos.

No se trata ya de que España renunciara al control de la región hace 45 años, sino que se ha producido mientras Sánchez preparaba su reunión con el rey de Marruecos y mientras González Laya estaba de visita en Israel, uno de los actores clave en todo lo ocurrido.

Las consecuencias de esta decisión están todavía por ver. Se ha roto el equilibrio de poder en la región. Marruecos dobla la extensión de su territorio por las bravas, por lo que a Argelia y Mauritania, países vecinos, es normal que no contemplen positivamente el paso dado. Los grandes ganadores, además de Marruecos, EEUU e Israel son Francia y el Reino Unido. Estos dos últimos países porque con el paso dado se han quitado de un plumazo a España como interlocutora de cualquier mesa de negociación. Ahora sí que se puede decir que el Magreb está al 100% bajo la influencia francesa. El Reino Unido que también se ha apresurado a dar luz verde a este paso histórico sabe que ahora España es más débil que nunca en el continente africano, objetivo que lleva persiguiendo desde hace siglos para apuntalar su control sobre el estrecho de Gibraltar.

Durante siglos la política de Reino Unido y de Francia ha consistido en hacer de España una nación débil, manejable y neutral. Ambos países están interesados en prolongar indefinidamente nuestra posición incierta, vacilante y timorata y para ello tienden a lograr una neutralidad ante los temas internacionales que, en la medida que beneficia sus intereses, representa un seguro de perpetuar nuestra posición de Estado débil y manejable. El reconocimiento del Sáhara como parte del territorio soberano de Marruecos pone nuevamente en la historia a España frente a la política de franceses y británicos.

El 19 de mayo de 1975, el Departamento de Estado de los EEUU emitió un informe confidencial dirigido al entonces responsable de la política exterior estadounidense, Henry Kissinger, sobre la situación del Sáhara Occidental. Los autores de dicho trabajo aseguraron que, si bien la postura de EEUU debía ser la de complacer a sus dos países amigos, España y Marruecos, el entonces rey alauita era consciente de que “el tiempo y la evolución política de España” estaban de su lado. Ahora, 45 años después vuelve a repetirse la misma historia sin que el Gobierno de España se haya enterado de nada, lo cual es extremadamente grave. La falta de criterio de este gobierno, una política exterior sin planificar e improvisada nos arrastra a una política sistemática de renuncias que sólo nos conduce al aislamiento. Pero a Sánchez y su coro todo le da igual. Son ya felices viendo al abogadillo Zapatero bailando la conga con el sátrapa Maduro.

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