El repliegue táctico del secesionismo

El repliegue táctico del secesionismo
El repliegue táctico del secesionismo

Han pasado cinco años desde aquel octubre de 2017, en el que culminó la primera etapa del procés que había tenido su comienzo oficial en enero de 2013, cuando Artur Mas como  presidente de la Generalitat,  afirmó en el Parlament : “Ponemos rumbo de colisión con el Estado”. De ese voluntario, suicida  y premeditado choque  institucional, los principales daños los ha recibido la ciudadanía catalana, fracturada y enfrentada por unos irresponsables dirigentes que desde las instituciones de autogobierno promovieron esa demencial situación. Han transcurrido desde aquella declaración casi diez años, y las consecuencias siguen en carne viva en el tejido social, económico y político catalán, transitoriamente anestesiadas -que no erradicadas-por la  gestión de la situación por Pedro Sánchez al frente del Gobierno de España, convirtiendo en sus socios políticos prioritarios nada menos que  a quienes fueron juzgados y condenados por aquellos hechos. Para ello los indultó sin arrepentimiento alguno por su parte y contra el criterio unánime del Tribunal Supremo y la fiscalía, y seguir sometido a sus condiciones, incompatibles con el interés general de España y el respeto a nuestro Estado democrático y de derecho.

La situación respecto a un asunto tan sensible como esencial para el separatismo como es la lengua en el sistema educativo público catalán, es una buena muestra de ello. Frente a la defensa que Sánchez  hace de su política ante la evidente caída de la movilización secesionista, hay que decir que es un mero repliegue táctico del independentismo a sus  cuarteles de invierno a la espera de otro momentum  tras el fracaso de  2017, esperando el reagrupamiento de fuerzas para alcanzar una masa crítica capaz de volver a dar otro golpe a la democracia constitucional y la unidad nacional española, lo cual por cierto, con Sánchez al frente del gobierno, consideran que  lo tienen asegurado. Este es el principal problema de España en la actualidad:  tener al frente del gobierno de la Nación a quien es rehén de los secesionistas catalanes de ERC  y los Bildus vascos.

Es una auténtica contradicción existencial que la Historia juzgará… Si no hay otra justicia humana anterior, a lo que no son ajenos los reiterados intentos de controlar el CGPJ y el Tribunal Constitucional por su parte. Por una vez podrían escuchar el consejo de Maquiavelo al Príncipe: “Debe aspirar a ser querido, pero siendo ello voluntad de sus súbditos y no sólo suya, mejor es que sea temido”. “Temido” ahora, debe ser  el legítimo poder  sancionador debido al respeto a la ley en un Estado democrático y de derecho; esa es la premisa previa para una adecuada convivencia en una sociedad plural y diversa. Pero Sánchez ha dinamitado todo atisbo de ese respeto con su utilización espuria del derecho de gracia, puesto al servicio de su interés político personal de acceder primero y sobrevivir después en el Gobierno dependiendo de sus apoyos. La  actual  situación política es una consecuencia de la degradación que la toxicidad del procés y su gestión política ha irradiado desde Cataluña al conjunto de España a través del cordón umbilical del sanchismo.

No debe olvidarse que Sánchez accedió a la Moncloa por una moción de censura con apenas 84 diputados socialistas obtenidos por él como candidato, y su Gobierno Frankestein -ahora Sancheztein- fue obra de esos socios, precisamente para conseguir lo que ya poseen. Ahora, y como el mal se autodestruye, los separatistas están en plena guerra civil por hacerse con el santo y seña del secesionismo, disputándose el liderazgo para “volverlo a hacer” como no se recatan en proclamar los indultados sanchistas. Está en el ADN de quienes desde 1640 cuando aceptaron a Luis XIII de Francia como Conde de Barcelona, no han dejado escapar ninguna ocasión en la que consideran que tienen oportunidad de dar rienda suelta a la rauxa de su código genético político, siempre proclive a la deslealtad. Como en 1705 en la guerra de Sucesión traicionando su pacto previo con Felipe V; durante la semana trágica de 1909; en octubre de 1934 contra el gobierno legítimo de la República, y en 2017. Ahora con Sánchez en la Moncloa aspiran a no tener que esperar mucho más..

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