El ‘quiliasmo’ milenarista de Sánchez
![Sánchez](https://okdiario.com/img/2025/02/11/opinion-ignacio-centenera-interior-4-635x358.jpg)
Inmediatamente después de las elecciones de 2023 y enfrentado a la ingrata tarea de tener que rebañar todos los votos de las minorías parlamentarias, incluidos los anticonstitucionales y los antidemocráticos, Pedro Sánchez llegó a verbalizar una advertencia que se hacía a sí mismo: «Esto no me vuelve a pasar». Se refería, no piensen otra cosa, a llegar a unas elecciones en unas circunstancias que no le asegurasen su victoria o, mejor dicho, mantener el poder de una forma, digamos que, cómoda.
Y lo decía con una convicción propia y con tal confianza en las amplísimas posibilidades que le ofrecen los instrumentos del poder que recordaba a la frase que pronunció Mario Draghi en la época en que el Euro y la estabilidad financiera de la Unión Europea estaban siendo amenazados: «Haremos lo que sea necesario, y créanme que será suficiente».
Son por tanto diferentes aspiraciones y, en consecuencia, diferente tipo de actuaciones las que tiene que desarrollar el presidente. Por un lado, cumplir con todas las exigencias de sus socios en contraprestación a su apoyo inmediato; ora ERC, ora Bildu y PNV y siempre Puigdemont. Y da igual que le pidan mucho y que ya les haya dado mucho; nunca dejará de pagar por el aire que tiene que respirar cada día, y la bocanada de ayer ya no sirve para hoy.
Pero, por otro lado, tanto o más esfuerzo tiene que dedicar a la zapa estructural en las instituciones del Estado para propiciar las condiciones que apuntalen el régimen. A estas alturas ya son muy pocos los organismos, entes o sociedades de relevancia e influencia, ya sean públicos o privados, que no están completamente domeñados. Como, además, tiene poco pudor no se corta en utilizar posesivos al referirse a ellos: mi Gobierno, mi Fiscalía…; siendo inevitable pensar en el síndrome del hijo único o en el E.T. de Spielberg: mi casa, mi Falcon…; aunque también recuerda (sin ánimo de comparar) a nomenclaturas totalitarias: Mein Kampf, mein Führer…
Y entre las instituciones que era imprescindible colonizar, la judicatura y el Poder Judicial son presa de caza mayor. La Fiscalía y la Abogacía del Estado se encuentran, como se comprueba en todos los casos abiertos, completamente alineadas, y el Tribunal Constitucional está subyugado por colegas progresanchistas con vocación de albañiles, ya que pretenden revocar todas las sentencias del Supremo y reconstruir todos los preceptos constitucionales. Pero les resulta necesario asegurar que no se abran procesos que importunen y desacrediten al líder, y eso obliga a un control efectivo de los jueces, de los distintos intervinientes y, en definitiva, de la justicia. Y no es que nuestra justicia sea perfecta, pero mantiene una razonable independencia y un buen nivel técnico. Como decía Soledad Villamil en la maravillosa película El secreto de sus ojos, quizá no sea la mejor justicia, pero al menos «es una justicia». Y es precisamente ese concepto el que, ya hablemos de Puigdemont, de los etarras, de García Ortiz o de Begoña, le sobra al sanchismo.
Acompañando a estas tareas es imprescindible el mantenimiento constante del relato, tarea encargada primordialmente al ministerio de la verdad del poli-ministro Bolaños. Y no se trata ya de que inventen y propaguen mentiras, sino que son como el mago Cotrone de la obra de Pirandello que representan ahora en Madrid, que se inventa la verdad para que el Gigante de la Montaña pueda huir de su conciencia.
Para no pecar entonces de sectarismo no hay que dar por cierta la premisa de que todo lo que hace Pedro Sánchez está mal o es incorrecto o inadecuado, pero sí es evidente que, en una percepción quiliástica de su futuro, todo está orientándose a su permanencia. Es ese quiliasmo milenarista propio de algunas iglesias o de regímenes totalitarios, ese que hacía creer que el III Reich alemán iba a durar mil años, el que empuja a Sánchez a recordarnos machaconamente que ganará o se mantendrá en el poder en 2027, en 2031… ¡o en el año 3000!