¿De quién es la Agencia EFE?

Agencia EFE
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

El pasado miércoles, el presidente del principal partido político de España, Alberto Nuñez Feijóo, consideró a la actual Agencia EFE, durante su intervención en el Foro Internacional Económico del diario Expansión, como parte del botín sanchista en su cabalga colonizadora por apoderarse del Estado en todas sus áreas definitorias. La cita concreta del jefe del PP se produjo tras señalar a RTVE, CIS, Fiscalía General, Consejo de Estado o Tribunal Constitucional y al mismo nivel de control gubernamental.

¿De quién es EFE? ¿Quiénes son los propietarios de la agencia de noticias más importante del mundo en lengua castellana? Desde luego, no el Gobierno, aunque lo parece; en el mejor de los casos es el encargado de cooptar a sus coyunturales gestores, a su vez, responsables ante el Parlamento. Quizá, el lector no avezado en lo relativo a una agencia de noticias no le conceda la importancia fáctica que tiene al no ser un medio finalista, mero transmisor entre el hecho noticiable y los abonados, quienes, posteriormente, hacen llegar los hechos a sus lectores, oyentes o televidentes.

Lo primero que hay que reiterar es que el Gobierno no es su dueño, ni propietario. Los propietarios son los españoles contribuyentes, que ponen encima de la mesa, año tras año, ejercicio tras ejercicio, el pago de las nóminas y el resto del dinero necesario para la subsistencia de la empresa pública. En términos globales para doce meses unos 60 millones de euros, incluyendo administraciones diversas.

No son pocos los abonados, que también contribuyen con el pago de los servicios, a los que el columnista ha oído quejarse de la actual escasa calidad que reciben, cuando no sostienen la deriva escasamente objetiva o el nulo conocimiento de los temas que se tratan, especialmente, en aquellos aspectos que tienen que ser con la llamada Nueva Economía, también denominada Digital. Poca información, tarde y sin criterio objetivo, más allá de los masajes de las grandes compañías a redactores concretos.

Cierto es que ningún gobierno desde la restauración democrática había tenido la descomunal osadía de colocar al frente de la agencia oficial a un ex alto cargo monclovita, estrechamente vinculado al presidente del Gobierno y al partido que le sustenta. Ni Suárez (Luis María Ansón), ni Felipe González (Ricardo Utrilla, Alfonso Palomares), ni Aznar (Miguel Ángel Gozalo), ni Zapatero (Grijelmo) y mucho menos Rajoy (José Antonio Vera). Ahí tienen al bueno de Oliver tratando de sentarse a tomar un café con Feijóo, sin conseguirlo.

El problema de EFE, sinceramente, no es su presidente. Mejor, no es sólo su presidente. Los males los pueden relatar y relatan numerosos profesionales de la casa. En cualquier caso, EFE no puede estar al albur de ninguna jefecilla de sección con ínfulas, por muy digital que sea; se ha demostrado que no tiene ni el talento ni el talante para ofrecer información a sus abonados sin superar el resentimiento ad hominem. El problema se agrava cuando su jefa directa, Emilia Pérez, le consienta ajustar cuentas personales en parientes directos de sus enemigos. Los contribuyentes no sostienen EFE para tamaños ejercicios dilapidadores… Por cierto, ¿se necesita tener un gran presupuesto, tipo Samsung, para invitar a periodistas a viajar gratis long distance para que te traten en sus informaciones como se debe? No se puede cooptar a profesionales por el simple hecho de que el padre de una haya nacido en el mismo pueblo norteño de algún directivo momentáneamente con poder de contratación, ni entregarle delegaciones a periodistas a las que alguien influyente quiera llevar a pasear bajo las acacias.

Estoy convencido, creo y quiero creer que Miguel Ángel Oliver, profesional baqueteado antes de ser cocinero, intentará que su paso por la gran EFE no quede en un mal recuerdo adobado por un detritus profesional que no se merece antes que su retrato cuelgue en la histórica galería de presidentes. ¡Quiero creer.., MAO!

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