Que el rebote no nuble el horizonte de reformas necesarias
La publicación de los datos de la EPA y del avance de la contabilidad nacional trimestral del IITR-2021, muestran el comienzo de un fuerte rebote en el corto plazo, con el descenso de desempleados, la salida de personas de ERTE y el incremento de afiliados a la Seguridad Social, derivado de un importante crecimiento económico en dicho segundo trimestre. Eso siempre es una buena noticia.
Ya habíamos comentado, desde hace meses, que rebote iba a haber, aunque sólo sea por un mero efecto estadístico. La campaña de vacunación, según avanza, arrincona más a la enfermedad y eso permite que se levanten las restricciones -excesivas y no efectivas para combatir la enfermedad, a mi juicio- que tanto han perjudicado a la economía.
En este sentido, en cuanto dichas restricciones se han suavizado, siguiendo la estela de la Comunidad de Madrid, oasis donde pudieron sobrevivir tantos hosteleros y comerciantes-, el empleo ha mejorado en el principal sector de la economía y, con él, en el conjunto de la misma.
Ahora bien, hay datos preocupantes, que hacen pensar que esa mejoría puede ser pasajera, al menos en parte, si no se realizan reformas de calado. Es verdad que el desempleo baja en el trimestre, pero suma 175.000 personas en términos anuales, y hay 313.000 parados más que en el mismo período anterior a la pandemia. Por su parte, el incremento del empleo en 464.000 ocupados en el trimestre y en más de un millón en el año no debe hacernos olvidar que hay 133.000 ocupados menos que en el segundo trimestre anterior a la pandemia, y que más de 400.000 personas permanecen en ERTE sin saber si van a poder volver o no a su puesto de trabajo.
Junto a ello, el empleo generado disminuye en su calidad, referida ésta a temporalidad, y tienen mucha dificultad para encontrar un puesto de trabajo los que lo perdieron hace más de un año y los que lo buscan por primera vez. Eso son malos datos de carácter estructural, que no ayudan a la consolidación de una recuperación estable.
El PIB avanza un 2,8% trimestral y un 19,8% interanual, pero este fuerte impulso no debe hacernos perder la perspectiva: venimos de un primer trimestre con muchas más restricciones que las actuales y la comparación interanual se da con un segundo trimestre, el de 2020, en el que prácticamente toda actividad estaba cerrada.
Por ello, no se pueden lanzar las campanas al vuelo, sino trabajar para que el rebote intenso del corto plazo no se acabe y pueda contribuir a aumentar el crecimiento potencial de la economía con las reformas que se precisan, cosa que el Gobierno no parece dispuesto a hacer. Para que sea permanente, precisa de reformas estructurales, que permitan consolidar el brío de dicho rebote con la adecuación de la estructura española a un crecimiento económico más productivo, que es uno de los grandes problemas de la economía nacional y que origina otro gran problema, que es el elevado desempleo y el porcentaje de deuda sobre el PIB, situado en unos niveles muy elevados.
Por tanto, para que este dato no sea pasajero, para que la recuperación se convierta en estructural y pueda asentarse y, así, permitir que las personas que han perdido su empleo o están en ERTE, lo recuperen, debe trabajarse en reformas estructurales de medio y largo plazo. Si no, celebraremos la mejoría en el corto plazo, pero en el largo plazo tendremos desesperación, y eso hay que evitarlo. El Gobierno debe afrontar todas las reformas estructurales que necesita la economía para impulsar el crecimiento potencial. Reformas, no propaganda. Sólo con reformas lograremos volver a un nivel de prosperidad sostenible en el tiempo.