¿Por qué os manifestáis?

¿Por qué os manifestáis?

Dos ursulinas recién salidas del convento que se hacen llamar portavoces de las derechas baleáricas comparecían estupefactos este lunes en el parlamento balear, asombrados todavía de que varios miles de personas hubieran salido un día antes a la calle para manifestarse contra sus tímidas políticas lingüísticas. Con una ingenuidad arrebatadora, las dos ursulinas preguntaban retóricamente a estos miles de fanáticos por qué se manifestaban si no les habían tocado ningún derecho lingüístico.

¿Por qué os manifestáis si os seguimos regando con subvenciones públicas? ¿Por qué os manifestáis si respetamos todos y cada uno de vuestros derechos lingüísticos? ¿Por qué os manifestáis si os ponemos la alfombra roja cada vez que queréis visitar el Consolat de la Mar para contarle vuestros problemillas existenciales de nación sin Estado a nuestra amable presidenta que, como buena psicóloga y exégeta ilustre de la voluntad general, siempre está disponible para recibiros con los brazos abiertos? ¿Por qué os manifestáis cuando sabéis perfectamente que el plan piloto voluntario de elección de lengua que al parecer tanto os preocupa no va a ser aplicado en ningún centro público de Baleares y ya veremos en cuántos concertados? ¿Por qué os manifestáis cuando hacemos todo lo posible para romper las piernas a estos cabezotas de Plis en su propósito de que un miserable 25% de las horas sean en español, enviándoles a nuestros perros de presa como son el jefe de Inspección de la Consejería de Educación y la propia abogada de la Comunidad blandiendo los mismos argumentos jurídicos que sus predecesores armengolinos?

¿Por qué os manifestáis si hacemos todo lo posible para engañar a los de Madrid haciéndoles creer que en Baleares practicamos un «bilingüismo cordial» cuando en realidad vamos a seguir con la inmersión obligatoria para no molestaros? ¿Por qué os manifestáis si nuestro partido en Madrid no nos reclama en Baleares lo mismo que reclama en Cataluña, el 25% de las clases en español? ¿Por qué os manifestáis si la vida sigue igual para todos vosotros e igual de mal para las familias castellanohablantes que habían confiado una vez más (¡santa credulidad!) en nosotros para que sus hijos pudieran al menos estudiar alguna que otra asignatura en castellano? ¿Por qué os manifestáis? ¿Por qué? ¿Acaso no hacemos todo lo que está en nuestra mano para no molestaros?

Fuertes con los débiles foráneos y débiles con los fuertes indígenas, las dos ursulinas no parecen haberse dado cuenta de que los 5.000 catalanistas que se manifestaron el pasado domingo no reclamaban ningún derecho para sí, al contrario, se manifestaban para que PP y Vox continúen conculcando a perpetuidad los derechos de los castellanohablantes a los que los manifestantes del pasado domingo quieren asimilar en la sagrada lengua del territorio, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, no vaya a ser que llegue el día en el que los pobres no puedan vivir en catalán por falta de territorio vital y comunidad parlante.

Nuestras dos ursulinas no parecen haberse percatado de que en plena vorágine posmoderna woke ya no se puede practicar aquella ceguera identitaria de la que nuestros gloriosos antepasados liberales tan orgullosos se sentían, al tratar las diferencias identitarias (de lengua, de sexo, de género, de color de piel, de capacidad, de gordura) como algo a superar restándoles importancia y no a celebrar, como algo a tratar con la igualdad ante la ley y no curar con discriminaciones positivas y mayores dosis de falso victimismo. No se han percatado todavía de que para la izquierda posmoderna el liberal es el nuevo fascista al que no le perdonan su manifiesta insensibilidad ante la nueva diosa del momento: la diversidad de la lengua minorizada, como si alguien tuviera la culpa de su minorización.

Resulta patético ver el síndrome de Estocolmo del PP balear que trata, una y otra vez, de dejarse perdonar por quienes, haga lo que haga, siempre le mirarán por encima del hombro. Resulta penoso ver al PP balear tratando de agradar a quienes, haga lo que haga, siempre le tratarán de fascista por tener las ideas equivocadas. Si te odian y te van a maltratar igual, al menos dales buenos motivos para hacerlo. Y que este odio que supuran al menos valga la pena. Y si tus políticas (mala suerte, no hay nadie perfecto) movilizan al enemigo, trata al menos de tener contentos a los tuyos y movilizarlos también. Movilizar al adversario y al mismo tiempo templar gaitas porque estás acoquinado de hacer lo que tus votantes esperan de ti te va a llevar, seguro, al precipicio. Al menos, no enfurezcas a los tuyos para tratar de gustar a los que sabes que nunca te van a votar. Somos cada vez más los ciudadanos liberal-conservadores que creemos que el problema en realidad no reside tanto en la izquierda del negrísimo octenio armengolino como en la derecha que votamos fielmente para que algún día haga lo que tenga que hacer más allá de reparar los destrozos de la izquierda y cubrirle sus nefastas políticas.

De seguir así habrá un día que nos cansaremos de tanta fidelidad de voto y nos adentraremos en el más mayoritario de los partidos, el de los abstencionistas, unos señores virtuosos que se descargan de la responsabilidad de que los demás sufran las consecuencias de los malos gobiernos que, ni hace falta mentarlo, son todos.

En política, decía un tal Tarradellas, se puede hacer todo menos el ridículo.

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