A propósito de Feijóo
Si el Gobierno de coalición de Sánchez y cía diera muestras de afrontar los problemas de los españoles de forma tan orquestada como encara la oposición a Alberto Núñez Feijóo, no duden de que otro gallo nos cantaría.
Es natural que los titulares del Consejo de Ministros, que superan a los de dos equipos de fútbol, salgan en tromba contra quien se presenta como alternativa de gobierno ante la parálisis nacional provocada por la superabundancia de proyectos chocantes, diletantes y excluyentes entre sí que conviven en el puchero que Sánchez intenta mantener al fuego todos los días para alimentar su ambición personal.
De ese caldo gordo en el que flotan tantos indigestos tropiezos legislativos, mezclados con el festín de sapos servido por sus socios, condimentado por quienes niegan la existencia de la nación misma y sazonado por los que reconocen abiertamente apoyar a Sánchez porque es el que mejor garantiza su proceso de ruptura con España, estamos ya suficientemente ahítos una buena parte de los españoles, como señalan todas las encuestas menos las del marmitón Tezanos.
Sin duda, este hartazgo será creciente cuanto más se encostre y se pegue al fondo del puchero gubernamental el ya caduco guiso de que España ha sido, es y será una anomalía sin solución, cantilena que viene siendo desmentida a diario, desde hace más de cuarenta años, por el esfuerzo y el tesón de los españoles en mantener en pie la nación que fue la de nuestros más lejanos ancestros y queremos que siga siendo la de nuestros hijos.
Es este rancio menú de pesimismo y zozobra el que Sánchez hace servir diariamente en la mesa de los españoles. El presidente socialista no tiene otra opción que intentar aferrarse a esta dieta monótona, insípida y sin nutrientes porque, sobre todas las cosas, es la que él mismo ha elegido con desorbitada complacencia de entre otras alternativas que se le presentaban, hasta el punto de que ya es difícil reconocer sus recetas de las de sus compañeros de viaje al extremo porque las cocinas de todos ellos son cada vez más parecidas.
Así que no es extraño que sea Feijóo, alternándose en esta suerte con Ayuso, quien viene concitando los ataques orquestados que no orquestales del Gobierno por osar presentar a los españoles una carta con los mejores ingredientes de esa España con gusto a realidad positiva, que aporta a diario las vitaminas y los minerales del esfuerzo y el talento de nuestra sociedad, de la ilusión y la ambición de mejorar, y que sabe sentarse en torno a una mesa común, aunque tengamos gustos diferentes, para vivir juntos, serenamente orgullosos de ser lo que somos en uno u otro punto cardinal de nuestro solar.
Aunque aún no hemos llegado a ver del todo hasta qué limite aprovecharán todo el aparato institucional para hacer más ensordecedora su fanfarria contra el candidato del PP, nada hay más difícil que contrarrestar el clamor, repetido por todo el espectro electromagnético, de veintitrés ministros a favor del caldo gordo. Pero existen platos que, por sencillos que parezcan, resultan no sólo agradables al gusto sino también alimenticios, sobre todo cuando el que los cocina es un experto y refinado gastrónomo de la ciencia política como Xosé Luis Barreiro.
Asistí la semana pasada a la presentación de su libro, A propósito de Feijóo, invitado por la editorial Nobel que lo ha publicado. Fue en el Club Siglo XXI, con Mariano Rajoy de primer espada, que ya advirtió que era obra singular y atípica. Ciertamente lo es. No es una biografía de Feijóo, y en este sentido, el propio autor recuerda aquella sentencia de Oscar Wilde, recitada por Rajoy ante los presentes con esa desternillante circunspección suya: «Cada gran hombre de hoy tiene sus discípulos, y siempre es Judas el que le escribe su biografía».
El libro de Barreiro es un ameno, bien trabado y mejor escrito recorrido por nuestra democracia y los políticos que la han protagonizado, aunque con diverso balance, tan generoso con González como riguroso con Aznar. De este recorrido se sirve para hacer un retrato del liderazgo de Feijóo y de su ascendente trayectoria política. La combinación entre el plano general y el particular conduce irremisiblemente a la actualidad, y aquí Barreiro se arremanga para hacer un diagnóstico preciso de la crisis de gobernabilidad en que España está inmersa y del papel que puede y debe jugar Feijóo para sacarnos de ella.
No se refiere Barreiro a éste como un líder providencial, es decir, casual, sino como un político con objetivos claros, capaz de consolidar una mayoría en torno a ellos -cuatro veces consecutivas obtuvo la absoluta en Galicia- para actuar, esta vez sí providencialmente, evitando un daño o un suceso desgraciado, en el sentido que da la RAE al término.
Me mantendré fiel a la discreción de la que se hizo gala en su presentación y no destriparé un libro recomendable. Me quedo con la sentencia que, según escribe en el prólogo Alfonso Rueda, su sucesor al frente de la Junta de Galicia, define al político Feijóo: «A la política se viene a servir y a solucionar los problemas, no a crearlos». Y también con una de las citas del presidente del PP que Barreiro recoge en su libro, y que retrata a alguien que sabe que un proyecto político no es un proyecto de personalismos, sino de personas: «España nos está esperando a todos».
Esta frase, con ese llamamiento a la responsabilidad y al compromiso, no solo de los que servimos en el proyecto del PP, es en mi opinión la mejor receta anímica para vencer la resignación ante la deriva de los últimos años, en que el sanchismo ha roto con la cultura de la Transición, como dice Barreiro, y ha almonedado los cimientos constitucionales. Y es también la que mejor puede encarnar la confianza de todos los que están esperando a Feijóo para ver reconstituida y reforzada la España de la libertad, la convivencia entre diferentes y el mejoramiento del bienestar de las actuales y las futuras generaciones.