Podemos tiene razón
Podemos acaba de presentar, en el Congreso de los Diputados, tres proposiciones no de ley relacionadas con los medios de comunicación españoles. A través de ellas pretenden enmendar su limitado pluralismo y escasa competencia, que han convertido al sector en un práctico duopolio… y tienen razón. Lo que pasa es que sus propuestas, en lugar de solucionarlo, pretenden pasar de duopolio a monopolio y de limitado pluralismo a mensaje único. Para poder entenderlo, debemos usar un traductor que nos permita convertir sus palabras en lo que realmente quieren decir; tengan en cuenta que estos señores son los que a las dictaduras las llaman «democracias populares» y «empoderamiento ciudadano» al capricho personal del caudillo.
Procedo a traducir lo que significan algunos de los términos usados en dichas propuestas. La «democratización del espectro radioeléctrico» no es otra cosa que el poder para acallar a los que les critiquen y dar altavoces a los voceros del caudillo. «Poner a disposición de la ciudadanía» es quedárselo el régimen dictatorial. «Favorecer la diversidad y el pluralismo mediático» e «impulsar el Tercer Sector de la Comunicación y el empoderamiento ciudadano» es regalar los medios de comunicación a los amigos del régimen, junto con jugosas subvenciones públicas para sostenerlos sin audiencia. «Crear un Consejo Estatal del Audiovisual» y «poner límites a la propiedad cruzada en medios de comunicación» es implantar la censura gubernamental. «Promover campañas por una audiencia activa» e «Implementación de la educación mediática en el currículo de la educación obligatoria» es la facultad para adoctrinar a adultos y menores… y así todo.
¿Y por qué lo sabemos? Pues no hace falta tener un Máster en Adivinación, ni poseer una mágica bola de cristal. Lo sabemos con total seguridad porque ya lo han hecho donde gobiernan. Por ejemplo, en Venezuela o en Ecuador. Allí empezaron igual que han hecho aquí, con los insultos, las descalificaciones y los señalamientos a los periodistas que no les eran sumisos, contra quienes incluso usaron la violencia física de los llamados «colectivos». En cuanto tuvieron poder comenzaron a retirar las licencias a los más críticos; a imponer multas y a obligar a emitir interminables mensajes oficiales, mediante la ‘ley mordaza’ de Ecuador o la ‘ley RESORTE’ en Venezuela. Finalmente, a los pocos que no cedieron y aplicaron la autocensura, se les asfixió económicamente, se persiguió a sus accionistas y hasta se nacionalizaron las empresas papeleras, para que no pudieran imprimir. Y todo eso lo han hecho ya allí con el asesoramiento de los líderes de aquí… blanco y en botella.
Podemos tiene razón, los medios de comunicación españoles adolecen de falta de pluralismo, pero la solución sería justo la contraria a la que ellos proponen. Necesitamos más libertad y menos injerencia estatal; más diversidad, más empresas privadas y menos licencias, limitaciones públicas, ni comités. Los medios de comunicación privados ofrecen lo que creen que demanda la ciudadanía y cuanto más aciertan mejor les va. Mientras, los públicos sólo ofrecen lo que demandan sus gestores: los políticos. Cualquier organismo público de control de la comunicación responderá sólo a los intereses de ‘la gente’, o sea, de ellos. Porque la realidad es que no quieren más pluralidad sino que sólo pretenden censurar a quienes no se sometan, sumisos, a los «intereses de la ciudadanía» que, como ya imagináis, significa lo que le salga de las narices a Pablo Iglesias.