Pesoeístas internacionalistas y socialistas plurinacionalistas
Celebrado el 13 Congreso del PSOE andaluz, Susana Díaz, actual secretaria general y presidenta de la Junta de Andalucía, deja patente su insistencia en la provocación al secretario general Pedro Sánchez. En su discurso, la “sultana” lanzó una manzana de la discordia sobre la mesa del banquete: “Nunca me hagas elegir entre las lealtades”. Quiso así dar a entender que hay división, hay ruptura, hay algo entre lo que elegir. Por un lado, el discurso oficial, aprobado en el último Congreso Federal, que apuesta por la defensa de España como “nación de naciones”, ese “plurinacionalismo” que tanta urticaria provoca en algunos barones -y baronesa- “pesoeístas”. Antes de seguir, permítame el lector que deje de referirme a algunos como “socialistas”, para pasar a denominarles “pesoeístas”. A día de hoy es evidente que militar en el PSOE no implica representar los valores del socialismo.
Dice Díaz que para ella no hay más nación que España. Pero dice que ella no es nacionalista. Dice que ella, como socialista, es internacionalista. Pero que nacionalismos, no, gracias. Que viva España, que viva Andalucía, pero a los catalanes, que les den viento fresco. No sé si esta lideresa comprende que para hablar de “internacionalismo” es fundamental hablar de naciones, de autodeterminaciones, de sentimientos y de cultura, de historia y de tradición. Porque pretender la mayor sin reconocer lo fundamental es demagogia. Pero claro: esos discursos sentimentaloides, dando gritos, terminando sus frases cargadas de mala intención con una sonrisa tirante, parece que son el menú del día. Lo que ha venido siendo desde el principio, y que parece no darse cuenta de que le hizo perder las primarias federales. Porque el Partido Socialista es un partido federalista, de ahí que tenga un máximo órgano que se denomine “comité Federal”, que existan Congresos Nacionales como el del Partido Socialista del País Valenciano. Repito: Na-cio-nal. País Valenciano.
Porque Díaz reitera ese batiburrillo del “no me hagas elegir entre ese PSOE que tú vendes y el que yo defiendo….”, que viene a ser algo así como: “No me hables de nacionalidades cuando yo intento defender Andalucía a capa y Espada, mezclando churras con merinas, generando división entre charnegos y catalanes…”. Que soy internacionalista. Y se queda tan ancha. No se sostiene, con un mínimo de conocimiento de socialismo en la sesera. La causa socialista siempre ha sido y fue por la defensa de los pueblos, de su autodeterminación, de la democracia como resolución de conflictos de identidades. El internacionalismo es la defensa de valores que superan los territorios y nacionalismos, que permiten avanzar en lo que, por encima de nuestras diferencias —enriquecedoras diferencias— nos hace ser más fuertes. ¿O me dirá usted que esa defensa de “España, España, España” no es nacionalista?
No lo tiene fácil Sánchez porque tendrá que hacer pedagogía y explicarle a los socialistas qué es eso del internacionalismo. Deberá explicar también lo que entiende el socialismo por nacionalismo, por autodeterminación, por la dignidad de los pueblos y la soberanía de los mismos. Tendrá que hacerlo porque Díaz parece no haber aprendido nada en este último año. Y vaticino, además, que esta batalla, la andaluza, también la tiene perdida —las primarias y sus enjuagues me interesan poco, lo importante es el batacazo que se avecina en Andalucía con ella al frente—. Por mucho que intenten zancadillear a Sánchez, por mucho que se intente generar conflicto con la terminología, lo más tozudo que existe es la realidad. Y que España es una nación de naciones, que la plurinacionalidad no sólo es un hecho sino una característica tan positiva como enriquecedora, es algo que solamente los ignorantes podrían cuestionar. Ser socialista implica conocer de dónde viene nuestra lucha, de dónde vienen nuestros valores y apostar por defenderlos, sin demagogia ni trampa. Y ahí está la diferencia entre llamarse “socialista” o “pesoeísta”.