Patriotas de pacotilla
El que fuera número dos del PP valenciano, Ricardo Costa, confesó este pasado miércoles que su partido financió las campañas electorales con dinero negro procedente de empresarios adjudicatarios de obras públicas mediante la generación de facturas falsas emitidas a los miembros de la red Gürtel, liderada por Francisco Correa. El señor Costa indicó, de forma expresa que «sí, es cierto que el PP se financiaba con dinero negro», dispuesto “humildemente” y de forma apocada a asumir su «responsabilidad». Ojeando la prensa me topo con una más que interesante foto, una sugestiva instantánea que hace brotar en mí una natural reacción de enojo y desagrado. El envanecido señor Costa realiza su declaración decorando sus muñecas con dos indisimuladas pulseras de la bandera nacional. Cuanto patriotismo, cuanto patriota de pacotilla.
No seré yo quien se esconda por sentirse profundamente español. Por estar orgulloso de mi bandera y emocionarme al escuchar los sones de nuestro himno patrio. Incluso aliento y apoyo la exhibición de nuestros colores como seña de honra. Pero empezando antes por tener un comportamiento decente y honorable, por tener una ética actitud personal, por ser un ejemplo de honorabilidad y decoro. Mi sentimiento dista mucho de los patriotas de pacotilla. Son patriotas los ciudadanos anónimos de Cataluña qué bajo pena y riesgo de ser señalados, amedrentados e incluso agredidos, colocan con dignidad la bandera nacional en sus balcones. Son patriotas porque luchan por lo de todos y manifiestan a los cuatro vientos sus anhelos de esperanza, convivencia, futuro y unidad. Son patriotas nuestros ejércitos, lo son nuestras a veces olvidadas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Es patriota la gente de bien que madruga cada mañana para aportar a su nación lo mejor de cada uno. Porque ser patriota supone vivir mirando al bien común. Quien se dice patriota, desarrolla su trabajo desde una profunda responsabilidad, sin egoísmos personales ilegales e ilegítimos. Un patriota demuestra ese amor a su pueblo y a su tierra no utilizando los símbolos de su nación para fines sectarios o particulares. Lucha por la justicia social, porque sabe que la patria es de todos y cada uno de sus compatriotas, teniendo claro que todos sus conciudadanos deben vivir y realizarse en una comunidad justa y libre, imperando sin duda el meritoriaje, pero también la igualdad de oportunidades, de deberes y sin duda de responsabilidades. Practica el “patriotismo” para hacer de su patria un lugar mejor, mediante el trabajo fecundo, libre de toda especulación personal que se sustente en la explotación, en el engaño a sus semejantes o en el expolio de las cuentas públicas. Mi sentimiento dista mucho de ese ademán falsario, de esa “apariencia de patriota”, del patriotismo de boquilla y pandereta, del patriotismo de cartón piedra, de quién aprovechándose de nuestras haciendas, del dinero de todos nosotros, la bandera la lleva en el billetero.
Muy a tiempo llegó el Partido Popular, y es virtud del presidente Rajoy, expulsando y apartando de la vida pública a determinados miembros de su partido que no solo desmerecían al mismo partido, sino que desprestigiaron la noble labor del político honrado y sacrificado en pro del bienestar público y mancillaron la conciencia limpia y pulcra de los españoles de bien. Sin duda debe hablar la justicia. En una sociedad avanzada la presunción de inocencia debe ser un principio pétreo. Pero la sociedad tiene todo su derecho a juzgar las actitudes manifestadas expresamente por determinados personajes que no se sonrojan al reconocer sus hechos y lavan su tiznada pseudoconciencia con insultantes “perdones”. El señor Costa se disculpa con una farisaica franqueza “arrepentido por no denunciar en su momento”. Pero el tiempo no se para y pone a cada uno en su sitio. Como dijo el gran Cicerón: “Las vanas pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho”.