Ortega, el ejemplo; Iglesias, el antiejemplo

Ortega, el ejemplo; Iglesias, el antiejemplo

Amancio Ortega resume en su persona las claves del éxito: creatividad, tesón y esfuerzo. Un paradigma indiscutible para la sociedad española no ya por ser el hombre más rico del mundo —su fortuna se estima en 78.600 millones de dólares— sino por la manera de conseguirlo. Hace poco más de medio siglo, regentaba en La Coruña una tienda de batas llamada Confecciones GOA. Ahora, el grupo matriz de su milagro empresarial, Inditex, es un imperio que está presente en 91 mercados de los cinco continentes y cuenta con más de 7.000 tiendas. Desde que Zara abriera su primer establecimiento en 1975, el trabajo duro lo ha llevado a coronar la prestigiosa Lista Forbes por delante, incluso, de una de las personalidades más influyentes de los últimos 40 años: el creador de Microsoft, Bill Gates.

Un caso excepcional basado en el sacrificio y el esfuerzo que, quizás por esas mismas razones, molesta sobremanera tanto a Pablo Iglesias como a sus acólitos. El secretario general de Podemos ha achacado el paro de España a Amancio Ortega, al que incluso ha llamado «terrorista». Habría que recordarle a Iglesias que este hombre genera más de 150.000 puestos de trabajo en todo el mundo. De hecho, en países como Camboya los salarios doblan lo que pagan las empresas públicas de allí. Mientras los podemitas se envuelven en su demagógica «lucha contra los ricos», Inditex paga más de 670 millones de euros en impuestos, el 22% de sus beneficios.

No se trata de hacer una defensa numantina del fundador de Inditex. No la necesita. Tanto el triunfo profesional como su discreta vida privada hablan por sí solos. No obstante, resulta ridículo que un representante político que opta a «regenerar el sistema» desprecie de esa manera a alguien que debería ser Marca España de por vida. Como la estulticia es contagiosa, el eurodiputado podemita Miguel Urbán —el mismo que justificaba las inmolaciones de los yihadistas— también se ha unido a la cadena de despropósitos contra Amancio Ortega. Como si de una oveja al servicio del pastor se tratara, lo ha culpado de «aumentar su riqueza a costa de que la mayoría caiga en la pobreza». Un lugar común que, de tan genérico, tiene el mismo nivel argumental que el eco. Les guste o no a los ínclitos componentes de Podemos, el caso del «emprendedor» gallego debería estudiarse en las escuelas de todo el país como un ejemplo cualitativo y cuantitativo a imitar.

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