El nuevo Afganistán de Putin

Putin

Este sábado el gobierno ucraniano aseguraba haber acabado con la vida de 10.000 soldados rusos en los primeros siete días de la invasión rusa. Esta cifra no es baladí. Estamos hablando de una cifra cinco veces superior a la de los militares de EEUU caídos en 21 años en Afganistán o casi el triple de los que murieron en Irak. El número incluso superaría a las de los soldados alemanes muertos en la invasión de Polonia de septiembre de 1939. Si seguimos poniendo las cifras en contexto, veremos que estamos hablando de casi el 10% de tropas que Putin había reunido alrededor de la frontera con Ucrania en Bielorrusia.

A una media de más de un millar de soldados rusos caídos diariamente en el frente ucraniano, podemos concluir que la estrategia de Putin está haciendo aguas por todos lados, a pesar de que desde sus atalayas de la propaganda nos quiera decir lo contrario. Habitualmente se dice que hace falta un soldado por cada 50 habitantes para tener controlado un territorio. En estos momentos, los rusos han desplegado 1 soldado por cada 300 ucranianos, lo que puede dar a entender las grandes dificultades que el presidente ruso tiene por delante. Ni en Afganistán ni en Irak las tropas aliadas alcanzaron la cifra mágica de un soldado por cada medio centenar de habitantes, y así les fue.

En 1979, cuando los soviéticos se lanzaron a invadir un país como Afganistán desplegaron 30.000 soldados para una población de 13,5 millones de personas. Es verdad que lograron deponer al poder establecido, como el presidente ruso trata de acometer en Ucrania ahora, pero los lucho acabaron abandonando aquel país a los diez años. Lo mismo que en la actual Ucrania, la lucha se prevé larga, sangrienta y dolorosa.

Más de la mitad del país, sobre todo la mitad occidental, está bajo control absoluto del gobierno ucraniano. Putin trata de unir a marchas forzadas la parte del Donbás que ya tenían controlada los separatistas con la costa oeste del país y, de paso, seguramente unirlo con Transnistria, ese territorio dentro de Moldavia que como el Donbás dominan los separatistas amigos del Kremlin y que Rusia trata de conectar a través de Ucrania para ponerse a las puertas de Moldavia y, quizás, poner a dicho país (antigua república soviética) en su lista de objetivos próximos.

La parte occidental de Ucrania fue anexionada tras la Segunda Guerra Mundial por Stalin y es un territorio donde el sentimiento nacionalista ucraniano está fuertemente asentado. Viendo el ritmo de los acontecimientos, el presidente ruso tratará de dominar dicha parte del país contando con que pudiera haber una rendición del gobierno actual porque conquistarla militarmente podría llevar años.

Para evitar que la guerra se eternice, Putin podría intentar un golpe de efecto en alguna población cuya masacre pudiera hacer plantear al presidente ucraniano Zelensky un alto el fuego y aceptar las condiciones impuestas por Rusia (salida del gobierno, abandono de la OTAN y aceptación de la pérdida de su territorio). No obstante, esa no será la solución definitiva, ni mucho menos.

Al presidente Putin le puede quedar un máximo de cinco años al frente de Rusia sino menos. Diez años fue lo que medió entre la entrada soviética en Kabul y el inicio del fin de la URSS. La primera revolución rusa, la de 1905, se produjo tras el descontento general por la sucesión de las derrotas en la guerra con Japón y la falta de objetivos claros. Continuó con el “Domingo Sangriento” que provocó que muchos elementos de la sociedad rusa emprendieran una protesta activa y acabó con la Revolución de Octubre de 1917.

La desconexión de la economía rusa de la economía mundial ha puesto a la economía rusa al borde de un colapso y en un ‘corralito’ financiero que sólo alimentará el descontento popular, percepción que puede verse agravada a medida que los propios rusos vean más compatriotas muertos llegando desde Ucrania.

Aun cuando Putin logre deponer al gobierno ucraniano, aun cuando logre una serie de conquistas territoriales nuevas, aun cuando militarmente el presidente ruso crea que esta guerra está ganada, la verdad es bien diferente. La integridad territorial ucraniana de 1991 será de nuevo recuperada, no me cabe ninguna duda. Solamente hay que aceptar que va a ser una carrera larga.

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