No son pacifistas, son golpistas

No son pacifistas, son golpistas

La interpretación que algunos medios de comunicación -está feo citar, pero se sobreentiende que nos referimos a las terminales mediáticas de la izquierda, que son muchas- están dando de las informaciones, sustentadas en imágenes en directo de los vandálicos incidentes provocados por los independentistas radicales en Barcelona, rezuman en los últimos días un  sectarismo ideológico que raya en la manipulación.

Lo que estamos viendo es un estallido de ira separatista que no admite demasiados matices, pese al empeño de algunas televisiones en subrayar  que se trata de «una pequeña minoría» y que «la inmensa mayoría de independentistas es pacífica y expresa legítimamente su indignación por lo que consideran una sentencia injusta». No es verdad. No son pacifistas, son golpistas.

Por supuesto que no todos los independentistas son violentos, pero la práctica totalidad de los violentos que han incendiado Barcelona son independentistas y partidarios de subvertir por la fuerza el orden constitucional, salvo un puñado de esos a los que las terminales mediáticas de la izquierda llaman «fascistas» o «ultraderechistas». Ese afán por repartir culpas por igual entre unos y otros es sencillamente vergonzoso, porque lo que está ocurriendo en Barcelona es responsabilidad al 99,9% de grupos separatistas instruidos en tácticas de guerrilla urbana.

Provoca asombro comprobar cómo la actitud violenta de cuatro energúmenos calificados de «españolistas» se pone, por parte de algunos informadores, al mismo nivel que la violencia ejercida por millares de radicales independentistas. Son estos quienes han convertido Barcelona en un campo de batalla, alentados por el presidente de la Generalidad, Quim Torra, pero para algunos profesionales de la información, unos y otros se retroalimentan en la violencia y son responsables por igual de lo que está ocurriendo.

No estamos ante una «pacífica marea» de ciudadanos ejerciendo su legítimo derecho a la libertad de expresión. Falso. Lo han podido comprobar con sus ojos millones de españoles por televisión. Las terminales mediáticas de la izquierda pueden seguir desinformando a su antojo, pero la verdad, por fortuna, salta a la vista.

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