No es negociación, es presión

No es negociación, es presión
Joan Guirado

En un país, España, conocido mundialmente por la capacidad de sus ciudadanos para el regateo en el mercado, esa negociación para llegar a un acuerdo beneficioso para ambos negociadores parece no ser conocida en los círculos políticos. Hasta hace bien poco, las palabras diálogo y pacto eran casi desconocidas en el legislativo español de la Carrera de San Jerónimo, fruto de las mayorías parlamentarias de las que disponían los gobiernos. Pero ahora en él, desde hace unos años, se conoce la palabra presión o yo casi diría extorsión. La amenaza como forma de hacer política.

Hasta la irrupción de Podemos y Ciudadanos en la política española y con ella el fin del bipartidismo, la capacidad de llegar a grandes acuerdos en la política nacional se ha reducido a cuestiones relacionadas principalmente con la Corona, obligados por la mayoría parlamentaria que requiere la reforma constitucional. A diferencia de lo que ocurre en muchas otras democracias avanzadas, en España socialdemócratas y conservadores no han sido capaces de suscribir los grandes pactos de Estado que demandan las políticas educativas o la regulación de los órganos de gobierno de las instituciones judiciales o el ente público de radio televisión.

Pese a tener el parlamento más fragmentado de la historia, nuestros líderes políticos siguen empeñados en formar gobiernos mono color. Nadie tiene ni va a tener otra vez mayoría absoluta. Los bloques izquierda – derecha son cada vez más difusos, pero la guerra de siglas en un momento en el que las estrategias de los partidos pasan por ensalzar a sus líderes en lugar de sus proyectos ideológicos manda a la hora de tomar decisiones.

Hoy, pese a no contar ya con esos respaldos que han permitido al PP y al PSOE hacer y deshacer a su antojo, los partidos con capacidad para gobernar parecen empeñados a continuar con esa dinámica pese a no contar ya con los votos necesarios, sin escuchar el deseo mayoritario de los electores, instalándose en el bloqueo permanente y provocando el hastío de los ciudadanos. Antes repetir elecciones por el bien del partido que llegar a acuerdos de coalición por el bien de España, defienden muchos de los líderes políticos.

Los vetos y los cordones sanitarios no dejan de ser el fracaso de nuestro sistema democrático. Como también lo será la repetición electoral que tendremos en otoño, si ninguno de los actores políticos es capaz de tener altura de miras y observar con perspectiva de dónde venimos y a dónde vamos. De ponernos frente al espejo de la transición y ver cómo nuestros padres y abuelos hicieron cesiones incluso en lo más sagrado para ellos, para dejar atrás una época oscura de nuestra historia y garantizarnos un futuro mejor.

Porque no se equivoquen. En un país donde se forman gobiernos con mayorías para ir en contra de en lugar de a favor de los intereses del país y sus ciudadanos, sumando mayorías no con un objetivo común sino por la posibilidad de tener el poder sin una alternativa que les desaloje de él, el ejercicio para sumar respaldos no es más que un juego de presión en lugar de negociación. La extorsión y la amenaza, también en política, debería estar castigada siempre. Del contrario, una vez más, los ciudadanos seremos cómplices de la estafa de nuestros representantes políticos.

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