No hay «ultraderecha» que pueda tapar tanta mugre

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La anterior ponencia política del PSOE, aprobada en 2021, era especialmente combativa contra la corrupción y desplegaba toda una batería de medidas para combatirla, entre ellas «revisar las normas reguladoras de las entidades públicas empresariales y sociedades mercantiles estatales, fundaciones públicas para reforzar e intensificar los mecanismos de prevención, control y supervisión», así como «la tipificación en el Código penal del delito de enriquecimiento ilícito que castigue el incremento patrimonial de autoridades y funcionarios públicos, producido durante el período de su mandato, cuando no puedan justificar la causa de este incremento».

Pues bien, ahora que la corrupción se ha convertido en seña de identidad del partido de gobierno, el PSOE ha decidido cambiar sobre la marcha el paso y en su ideario político, a debate  en su 41º Congreso Federal, el grueso de las alusiones a la corrupción y las medidas para combatirlas han desaparecido por arte de magia.

Ya no queda nada de la anterior ponencia, en la que había un epígrafe de nombre llamativo, Contra la corrupción ni un paso atrás y refuerzo de los controles. Y es que ciertamente el PSOE ha dado un paso hacia adelante en materia de corrupción, pero no para combatirla, sino para convertirla en norma de comportamiento político. Ahora, toda su actuación gira en torno a dos ejes, la «desinformación» y la «ultraderecha», los nuevos mantras de un partido cercado por los escándalos que acude al congreso de Sevilla marcado con el marchamo de la corrupción.

Nunca en la historia de la democracia española el grado de podredumbre había alcanzado los niveles actuales, porque la corrupción no habita lejos de Moncloa, sino que Presidencia del Gobierno es la zona cero de la corrupción, con un presidente bajo sospecha y con su núcleo familiar y político más cercano imputado o a un paso de la imputación. El sanchismo ha traído eso: degeneración a todos los niveles y mugre que se extiende sin remedio mientras el Gobierno agita inútilmente el fantasma de la extrema derecha.

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