Nazis rojos

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Un pogromo es una masacre de judíos aceptada o promovida por el poder. El Holocausto o exterminio sistemático de judíos llevado a cabo por el régimen nazi alemán se inició la Noche de los Cristales Rotos o Kristallnacht que no fue otra cosa que un pogromo llevado a cabo en toda Alemania y Austria por los camisas pardas del Partido Nazi junto con la población civil, mientras las autoridades alemanas observaban sin intervenir. Pero el origen de la palabra pogromo no es alemán, sino ruso, siendo la adaptación de la voz rusa pogrom, que significa destrucción o devastación.

El primer pogromo registrado con ese nombre se produjo en Odesa en 1821 y su uso se extendió durante los disturbios antisemitas que arrasaron Ucrania y el sur de Rusia entre 1881 y 1884, en la Rusia zarista; alcanzando su apogeo durante la Revolución Bolchevique de 1917 y la posterior guerra civil. Nazis y comunistas son igual de antisemitas desde su origen.

Nazis y comunistas se estrecharon la mano públicamente el 23 de agosto de 1939, nueve días antes de que las tropas alemanas atravesaran las fronteras de Polonia dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética comunista, Viacheslav Mólotov, y de la Alemania nazi, Joachim von Ribbentrop, firmaron en Moscú el Pacto germano-soviético por el que ambas potencias llegaban a un acuerdo público de no agresión y resolución pacífica de sus conflictos y otro secreto por el que se repartían Polonia y todo el resto de Europa oriental y central. Esta colaboración duraría dos años, hasta que Alemania decidió invadir la Unión Soviética a finales de junio de 1941.

Su enfrentamiento final acabaría contribuyendo a la aniquilación del régimen nazi, derrota para la que los comunistas colaboraron con las democracias occidentales, provocando un blanqueamiento de la barbarie comunista y antisemita que ha llegado hasta nuestros días.

Mientras que las atrocidades del nazismo fueron juzgadas y condenadas en los juicios de Núremberg, los igual de terribles crímenes del comunismo han continuado impunes moral y jurídicamente hasta hoy, antisemitismo incluido.

Por su enfrentamiento al final de la Segunda Guerra Mundial se ha querido hacer creer que nazismo y comunismo son dos regímenes opuestos, cuando en realidad son prácticamente indistinguibles hasta tal punto que los demócratas no somos capaces de diferenciar a un nazi de un rojo, porque vemos que son idénticos en lo fundamental: estatistas, anticapitalistas, liberticidas, antidemocráticos, totalitarios, violentos, populistas, genocidas y, como estamos comprobando estos días y resulta una evidencia histórica, exactamente igual de antisemitas.

En 2009, cinco años antes de la fundación de Podemos, mientras Pablo Iglesias asesoraba a Hugo Chaves, Evo Morales y el resto de sátrapas de América Latina a través de la Fundación CEPS, el padre de los hijos de Irene Montero escribía en su blog personal que «el Holocausto fue un mero problema burocrático», y decía esto, ya que Iglesias estaba «preocupado por las implicaciones que tiene presentar el Holocausto como una monstruosidad enfrentada a la inteligencia y a los valores morales de la modernidad». La extrema izquierda española, representada por Sumar, Podemos, Más Madrid o Bildu, ha sido siempre tan antisemita como los nazis. Financiados directamente por el régimen teocrático iraní, han manifestado posturas abiertamente hostiles contra los judíos, apoyando todas las actividades de odio contra ellos y financiando descaradamente a grupos antisemitas.

Nazis rojos que no pierden ninguna oportunidad de mostrar su apoyo a los terroristas que secuestran civiles para usarlos como escudos humanos, degüellan bebés, violan y torturan a mujeres judías y asesinan a los ancianos más indefensos.

Nazis rojos que acusan falsamente al estado democrático de Israel de llevar a cabo un genocidio contra los palestinos de la Franja de Gaza, cuando la realidad es que, como denuncia Amnistía Internacional, son los terroristas de Hamás quienes llevan décadas violando los derechos humanos de los palestinos, secuestrando, torturando y asesinando a unos gazatíes a quienes gobiernan tiránicamente desde que Israel abandonó voluntariamente la Franja en 2005.

La extrema izquierda avergüenza a los españoles, enfrentándonos con todas las democracias occidentales que han mostrado su apoyo inequívoco a Israel en su defensa contra el terrorismo islamista. Desde que entraron juntos en Polonia en 1939 no veíamos tan unidos a nazis y comunistas como ahora, cuando su antisemitismo vuelve a reunirlos. Nazis rojos a los que, de nuevo, deberemos vencer para defender la democracia.

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