El muro de plexiglás de Sánchez se cuartea

Los viejos del lugar, los que llevan quinquenios observando lo que ocurre en este país tan peculiar, vienen advirtiendo desde hace un par de meses de que el Muro -no sé si con mayúscula o minúscula- del que ha presumido Sánchez desde que construyó su mayoría antinatural tras las las elecciones, presenta síntomas de agotamiento, no de voladura, quede claro, sino de cuarteamiento.
Las propias declaraciones del nuevo presidente del PNV, Aitor Esteban, apuntan levemente en esa dirección. Esteban, cara la galería nacional, a la española me refiero, insiste en que su partido tiene «acuerdos firmados con Sánchez» y a eso literalmente se remite; ahora bien, el PSOE, donde todavía habita alguna gente no estúpida del todo, sabe muy bien cómo se las gastan los peneuvistas en el trance de respetar sus lealtades, por tanto conocen cuánto daño le está produciendo al PNV su alineamiento total con el PSOE. Sólo un dato que se conoce en el propio PNV y le señalaba la semana pasada a este cronista un fiscal destinado en aquellos territorios: el desmantelamiento de las cárceles, la salida de los apenas ochenta etarras que aún quedan en ellas, lejos de engordar las expectativas políticas del PNV las está adelgazando en favor de Bildu que aumenta -me dicen textualmente- «recolectando no sólo el voto más separatista del PNV, sino el procedente de la ultraizquierda digamos ‘españolista’ de, por ejemplo, Podemos». No es extraño pues, que Esteban, en su entrevista-masaje del último domingo, reconozca que los «puentes» con el PP no se han volado, algo que contradice sus postreras manifestaciones cuando aún era portavoz en Madrid en las que dio «por cerradas» sus relaciones con el partido de Feijóo.
Así que ¡ojo! al dato al que puede añadirse otra velada información, algo desde luego más que un cotilleo procedente de Esquerra Republicana que, en Barcelona, hablan y no paran de lo hartos que están sus dirigentes de la compañía de Sánchez, una cercanía que no les deja de horadar según apuntan todas las encuestas. Esquerra mira a la derecha y se encuentra que su disputa se centra en pegarse de mamporros con Junts, no con Illa que está haciendo desde la Presidencia de la Generalidad, la misma política, incluso más agravada, de la que en su momento realizaba aquel detestable individuo que atendía por Aragonés. Sánchez, el mecenas de Illa, le ha ordenado a éste que trabaje en este rail porque a él, al fin y al cabo, le trae al fresco que el PSC se comporte en Cataluña como cualquier administrador de la estrategia independentista.
Como además el muro no añade en los últimos meses una sola noticia buena, es indudable su deconstrucción ladrillo a ladrillo. No hay día sin nuevo sofoco. Poco a poco se van sucediendo acontecimientos judiciales perversos para Sánchez. Desde luego, el más importante, aparte de Ábalos, es el que atañe directamente al porvenir judicial, al juicio, de Garcia Ortiz, un fiscal convertido en comisario político del PSOE y que ha quedado castigado muy severamente por el magistrado del Supremo, Angel Hurtado. Este es uno de los «ladrillos» que van destruyendo el muro de Sánchez, al que ya no pertenece tampoco Podemos, a la espera de que sus chicas, de una vez por todas, caigan en la cuenta de que su apoyo in extremis a Sánchez no le hace más que perjudicar. Un profesor universitario, procedente del Partido Comunista y en su momento alineado con Pablo Iglesias, suele afirmar contundentemente: «Este presidente del Gobierno es un mal en sí mismo para el futuro de la izquierda de este país». Hace falta que las Montero y las Belarra caigan finalmente en esta cuenta que se divisa clamorosamente.
Un Gobierno como el de este sujeto que no puede salir a la calle porque le apedrean, que tiene todas sus leyes bloqueadas (el horario laboral sin ir más lejos) porque no se las aprueba el Parlamento, que carece de Presupuestos, que se ha topado con algo históricamente inédito, un fiscal general procesado, y que está pendiente de las nuevas revelaciones de su corrupción tiene, en pura lógica, su trayectoria política agotada, pero Sánchez manda en un Ejecutivo donde sus más destacados miembros tienen cegada cualquier salida digna. ¿Qué acogida van a encontrar en los tribunales gentes del jaez de Marlaska? También en estos días me hablaba un antiguo miembro del Consejo General del Poder Judicial de las atroces presiones que está sufriendo el magistrado del Constitucional, Juan Carlos Campo, por parte de su presidente que -me dice-: «No le deja ni a sol, ni a sombra para que cambie su abstención en la amnistía por un voto favorable. «Todos nos estamos mojando, Juan Carlos», le ha espetado más de una vez Pumpido a este hombre, ese Cándido, que tiene declarado que «las togas están para ser manchadas por el polvo del camino».
Sánchez, para mas inri, está comprobando que todas las ingeniosidades que perpetra su interminable equipo de asesores, la «Sincronizada» que se llama no cuaje en el público en general que ya no cree propagandas como aquella de «Salimos mas fuerte» o «España va como un cohete», un cohete borracho, apostillaría el genial Jardiel Poncela. Su último intento, la descalificación de la concentración contra Sánchez, es literalmente patético. ¿Por qué no intentan hacer algo parecido el oso Puente, o la desparecida en no se sabe cuál feria, vicepresidenta Montero. ¿A qué no se atreven? ¿A qué se temen que solo asistiera el presunto corrupto Santos Cerdán?
Termino con un recuerdo: el mismo día en que cayó el homicida Muro de Berlín, este cronista habló algún tiempo con el que fue postrer embajador de España en la República Democrática Alemana, Alonso Alvarez de Toledo. Me dijo: «Desde hacía algún tiempo veníamos observando síntomas evidentes de descomposición del Régimen y es que cosas como estas no ocurren de un día para otro». El régimen socialcomunista de Sánchez podría tomar buena nota de esta advertencia. Su muro ahora mismo es de plexiglás.
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