Monedero y Al Capone: parecidos razonables
La caída del capo de la mafia de Chicago en los años 20, Al Capone, se produjo cuando fue condenado a pasar 11 años en Alcatraz por evasión de impuestos, gracias a que Estados Unidos contaba con el agente federal Eliot Ness y su equipo de incorruptibles agentes, Los Intocables. Por el contrario, en España teníamos al ministro de Hacienda del Partido Popular, Cristóbal Montoro, que el martes 27 de enero de 2015 anunció a los medios de comunicación que la Agencia Tributaria estaba investigando al fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, sobre los 425.000 euros ingresados por el profesor universitario por unos trabajos para varios Gobiernos latinoamericanos a través de una sociedad pantalla, para defraudar sus impuestos del IRPF. Este anuncio público, que se produjo antes de que la Agencia Tributaria le comunicara la apertura del proceso de comprobación, le sirvió para negarse a recibir la notificación durante los dos días que necesitó para que le diera tiempo a presentar una declaración complementaria regularizando su situación y evitando la acusación del delito.
Cualquier comparación entre Montoro y los incorruptibles de Eliot Ness resulta muy desfavorable para el del PP, aunque los parecidos entre Al Capone y Monedero se han ido conociendo con el paso del tiempo. Advertido por Montoro, se libró de la sanción por su intento de fraude, pero no pudo justificar por qué una institución financiera chavista como el Banco del ALBA había pagado unos honorarios más elevados de los que cobra cualquier premio Nobel de economía, a un simple profesor universitario de Ciencias Políticas y ni siquiera ha mostrado el estudio con el que justificó dicho pago y cuyo título dice que era un «estudio comparativo de los ámbitos financieros de los países del ALBA y análisis de las bases de armonización jurídico-financiera, implementación y asesoría puntual sobre el proyecto hasta el 31 de diciembre de 2014», aspectos sobre los que Monedero ha acreditado un nulo conocimiento.
El juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, vio indicios suficientes como para abrir causa por la presunta financiación ilegal de Podemos. Pero el delito de financiación ilegal de los partidos políticos fue introducido en el Código Penal español por la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por lo que no estaba vigente en las fechas en que Monedero recibió la transferencia del chavismo y de esta también se libró. No obstante, García-Castellón no se ha rendido, volviendo a imputar al de Podemos por los presuntos delitos de blanqueo de capitales y falsedad documental, investigación que se mantiene abierta en la actualidad gracias, entre otros, a las declaraciones del que fuera jefe de la Inteligencia y Contrainteligencia del chavismo, Hugo el Pollo Carvajal.
La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional acreditó que Monedero había sido titular o apoderado de un total de 93 cuentas bancarias investigadas por blanqueo de capitales en la Audiencia Nacional. Sólo unas semanas después de que empezase el movimiento 15M en 2011, que fue el inicio de Podemos como proyecto político, ingresó 106.461 euros en efectivo de «desconocida procedencia» para Hacienda en una de sus cuentas personales, en la que llegó a tener más de un millón de euros de saldo. Y lo último que hemos sabido es que en 2012 compró su casa en el barrio madrileño de Chamberí con dinero en efectivo «de dudosa procedencia» para la Agencia Tributaria. La financiación de Podemos siempre ha resultado sospechosa. Estos días están presumiendo de haber recaudado mediante microcréditos que escapan al control del Tribunal de Cuentas, una cantidad mucho mayor de la que recaudaron para las anteriores campañas, coincidiendo con el espectacular descenso en número de militantes y votantes. En Estados Unidos es posible que Monedero hubiera sido tratado como Al Capone, aquí todavía tenemos que soportar su desagradable jeta presumiendo de que aún no ha sido condenado, a pesar de la infinidad de indicios que le acusan.