Memoria, dignidad y justicia

Memoria, dignidad y justicia

Jon Bienzobas Arretxe nació en 1969 en el barrio de Aperribai de Galdakao.  Su compromiso político le llevó desde muy joven fuera de nuestro pueblo, y el 30 de setiembre de 1999 fue detenido en Francia y posteriormente encarcelado”.

Así presenta el Ayuntamiento de Galdácano al autor que expone en los locales de cultura del Ayuntamiento. Estas palabras son la expresión misma de la infamia y el más doloroso de los insultos a la memoria colectiva de las víctimas del terrorismo.

Haríamos mal si nos distrajéramos en comentar el valor artístico de lo que en la sala municipal se expone. Lo que hay que juzgar es la decisión de un Ayuntamiento que califica como joven comprometido políticamente a un cruel asesino. Y el veredicto no puede ser otro que el de la repulsa y la más firme condena.

Pero no estaría de más que nos preguntáramos cómo es posible que estas cosas estén ocurriendo en nuestro país, como es posible que un Ayuntamiento surgido de unas elecciones democráticas pueda estar constituido por personas que creen que el terrorista Bienzobas es un  joven comprometido, alejado de su pueblo por su compromiso político.

Hemos de preguntarnos cómo es posible que unos concejales elegidos tras un proceso democrático consideren que es un joven comprometido quien formó parte de una organización terrorista que ha asesinado a 857 personas (811 de ellas tras la muerte de Franco, 97 durante los tres años que duró la Transición, 714 desde que se aprobó la Constitución).

La respuesta es tan lamentable como simple: nos descuidamos… y pasó esto. En las instituciones democráticas hay en estos momentos partidos políticos que actúan como verdaderos testaferros de ETA porque se negaron a actuar quienes pudieron instar su ilegalización hace años, cuando se vio que en el comportamiento de estos partidos políticos  coincidían los supuestos contemplados por el Tribunal de Estrasburgo cuando ilegalizó a Batasuna y a todas sus marcas y la enumeración “tajante y objetiva” de las conductas y actos que podían conllevar la ilegalización a posteriori de un partido político legalizado, que forma parte de la sentencia del Tribunal Constitucional que legalizó a Sortu en 2012.

El citado fallo del TC establece un especial reconocimiento a las víctimas y de las actitudes que frente a ellas puedan significar un apoyo o reconocimiento de la actividad terrorista y en  el catálogo de conductas que podrían llevar a la ilegalización, que se contiene en el último fundamento de la sentencia, se citan, entre otras,  el enaltecimiento del terrorismo, la humillación de las víctimas, la ambigüedad en la condena del terrorismo, los actos de exaltación que equiparen la violencia terrorista con la coacción legítima del Estado de derecho, o la equiparación del sufrimiento de las víctimas con el de los presos de la banda condenados por actos terroristas.

Si hoy pisan moqueta los testaferros de los enemigos de la democracia es porque han encontrado aliados entre los demócratas; aliados para llegar, aliados para quedarse. Unos por estrategia, otros por cobardía, otros por pereza, otros por complejo… lo cierto es que están ahí, organizando homenajes, organizando recibimientos, organizando exposiciones… blanqueando la historia de ETA y de sus miembros…

Esa presentación de Bienzobas como un joven comprometido y  la propia exposición son posibles porque muchos demócratas han bajado la guardia mientras el Sánchez/PSOE perpetraba la infamia de celebrar la Nochebuena con Otegi o de pactar con ellos las instituciones de Navarra.

Los testaferros de ETA solo podrán lavar la imagen de ETA y su historia de terror si los españoles lo permitimos, si no castigamos democráticamente a los partidos políticos que se han preocupado y ocupado de lavar la imagen de los Sortu o Bildu de turno y la de sus jefes de fila.

Tenemos que hacer algo más que indignarnos ante hechos tan execrables como el de Galdácano. Hubo muchos miles de ciudadanos que arriesgaron su vida, su seguridad, la de su familia… para ser nuestros escudos, para defender la España democrática en la que hoy vivimos ¿Es demasiado pedir que, más allá de nuestro sesgo ideológico, seamos capaces de ponernos de acuerdo para exigir a nuestros políticos que actúen en defensa de la memoria, la dignidad y la justicia para con las víctimas del terrorismo?  No estamos condenados a tener entre nosotros, como si fueran uno más, a los hijos de la bestia. Exijamos a quienes nos representan y/o lo harán que utilicen todos los instrumentos que el Estado de derecho pone en su mano para defender la democracia; ni uno más pero ni uno menos.

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