Manos blancas frente a Sánchez

Manos blancas frente a Sánchez
Segundo Sanz

Las manos de los Adriana Lastra, Rafael Simancas o Patxi López de turno que telefonearon a la ex alcaldesa aeneuvista de Hernani, la misma que pidió un aplauso para los etarras Igor Portu y Mattin Sarasola tras segar las vidas inocentes de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio en el salvaje atentado de la T-4 de Barajas, están ya manchadas de miseria y ruindad. Y por elevación, también las del cobarde Sánchez, que debió dar la orden para conseguir como fuera el voto de los proetarras a sus decretazos.

“Un sinfín de llamadas” dijo Otegi haber recibido del Grupo socialista para que Sánchez sacara adelante sus seis dardos electoralistas. Repito, quienes del partido que sostiene al Gobierno marcaron el teléfono móvil de Marian Beitialarrangoiti nunca volverán a tener las manos limpias, porque se han puesto del lado de los cachorros de ETA, de los herederos del «frente político» de la banda asesina.

Además, al mismo tiempo han liquidado la coartada del Gobierno de Sánchez para sostener que ellos no pactaron con los proetarras la moción de censura. Igual que han negociado esta vez lo hicieron entonces. Lo cuenta en su libro La Moción la periodista Lucía Gómez-Lobeto: el líder socialista estrechó la mano de Beitialarrangoitia en el bar del Congreso reservado sólo a sus señorías, lejos de la cámaras. Lo hizo en agradecimiento por el apoyo y después de que el PSE pidiera a Bildu que no les dieran “mucha caña” en el debate para no sacar al jefe a paseo. El Señor Avión ya no puede engañar a nadie.

Y lo peor está por llegar. Porque el que fuera un “hombre de paz” para Zapatero quiere ser un “socio estable” para Sánchez. Ya no cabe más indignidad en este presidente, que es capaz de alimentar los deseos del príncipe de la barbarie. Sí, Otegi, el mismo que fue condenado a seis años de cárcel por integrar el comando de ETA político-militar que secuestró en 1979 a Luis Abaitua, director de la fábrica de Michelín en Vitoria. Diez días de cautiverio en un zulo, perdido en medio del monte, de dimensiones muy similares a las que sufrió el funcionario de prisiones y hoy miembro de VOX José Antonio Ortega Lara. Una cueva de 2,5 metros de largo por 1,5 de ancho.

Zapatero ya fue al caserío Txillarre de Elgoibar el pasado septiembre a besarse con ‘el Gordo’. Y ahora, el blanqueo del raptor batasuno y sus conmilitones, socios por cierto del independentismo catalán, continúa con Sánchez con su trato de aliado político. Para detener esta humillación, para que Marlaska no acerque a más verdugos, para no tener que soportar al Obama de Pozuelo descolgando otra vez el teléfono de quien califica a la Policía Nacional y a la Guardia Civil como “nazis de Nuremberg” o “lobby infecto y asqueroso”, hay que levantar la manos blancas de la libertad, del recuerdo y tributo a los que ya no están. También para exigir el esclarecimiento de más de 300 crímenes de ETA sin resolver.

El maltratador Eguiguren hizo el trabajo más sucio, Patxi López heló la sangre de la madre de Pagaza, Zapatero dio las primeras esperanzas a los terroristas y Sánchez va directo a completar la obra de la normalización, a recibir a Otegi en La Moncloa con honores de demócrata. Canalla.

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