Maharajás de la política
Todos los presidentes de Gobierno y otros políticos españoles se retiran ricos o millonarios, lo que no eran cuando empezaron. Somos la única democracia donde el presidente viaja a veranear con su familia en avión oficial, utiliza un palacio público con luz, agua, seguridad, coches, fondos reservados, servicio doméstico, viandas, cocineros… gratis total que pagamos todos. Este comportamiento inmoral comenzó en democracia con Felipe González utilizando el yate ‘Azor’ del dictador. Han hecho lo mismo Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez. UPodemos, independentistas y nacionalistas actúan igual. Su ejemplo lo siguen miles de cargos públicos, como el matrimonio extremeño que va y vuelve a diario de Badajoz a Mérida por separado en coches oficiales con conductor. En otros ámbitos, hay mandos militares, policiales, altos funcionarios, fundaciones, empresas públicas, sindicatos, ONG subvencionadas, etc. que se comportan igual.
España es el país de Europa que más paga a sus banqueros y menos a sus trabajadores. Cobrar más impuestos a bancos y eléctricas que ganan miles de millones/año y cuyos consejeros cobran millones anuales es una medida justa y razonable… siempre que esos fondos se destinen al interés común, no para amiguetes, chiringuitos y mamandurrias. Predicar con el ejemplo sin malversar dinero de todos para vivir como maharajás en un Estado trufado de nepotismo, con miles de millones malgastados (32.000, según la AIReF) en organismos duplicados manteniendo una estructura para políticos y “colocados”, no para la ciudadanía.
Con el 10,8% de inflación, el discurso triunfalista del Gobierno es tan obsceno como el salario de consejeros en eléctricas y bancos. Millones de ciudadanos llegan a fin de mes con dificultad. Con trece millones de pobres y cientos de miles en colas de hambre, la inflación es una condena para clases medias y familias pobres. La deflactación en los tramos más bajos del IRPF, que ya ha supuesto al Gobierno 100.000 millones de ingresos extra, es una obligación moral para cualquier gobierno decente. Lo contrario, maharajás empobreciendo a millones de personas para condicionarlas repartiendo limosna.
Gestionar lo público malgastando a manos llenas en beneficio propio es un cáncer para la sociedad, es corrupción. Llegada la democracia, el terrorismo y la picaresca española propiciaron una marabunta de despilfarro y privilegios propios de una dictadura bananera tercermundista. Así seguimos. Se justificaron privilegios por la “dignidad del cargo” como si del coche oficial dependiera el bienestar de la gente. Los extremeños son más dignos porque ese matrimonio va con dos coches, mantenimiento, conductores, seguros, combustible… pagados por todos que si van en su coche pagándolo ellos. La división en 18 estados multiplica la estructura, consiguiendo que la élite política de clase media y sus acólitos feudales queden acomodados en chiringuitos públicos. Corrupción estructural en un régimen oligárquico de partidos.
Maharajás con nuestro dinero. Ministra en Madrid con vivienda de 500 metros, luz, agua, servicio doméstico, comunidad, coche, escoltas, desplazamientos… “gratis total” es un insulto a la ciudadanía. No merecen el respeto de la gente. El presidente del Gobierno alemán, nación insignificante comparada con España, tiene problemas con vecinos donde vive porque no quieren dejar entrar al portal a los dos policías (dos, aquí 800), que lo protegen. Presidentes y ministros de países democráticos van a trabajar en sus coches, allí usan el vehículo público para desplazamientos oficiales y vuelven a su casa, en su barrio, con su coche o en transporte público. La austeridad en el uso del dinero público es el cimiento de las democracias. España no abrió esos cimientos, abrió estercoleros de prácticas corruptas aceptadas como rutinarias. La lógica aberrante del “¿Te pega tu marido?”, “Lo normal”, aplicada a la corrupción.
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