Madrid se juega su libertad

Madrid se juega su libertad

Madrid está en juego, al enfrentarse dos tipos de políticas económicas y de formas de entender la actuación del sector público en general. De eso se trata, de contraponer las políticas que cada opción quiere implantar en el caso de que consigan gobernar tras las elecciones del próximo cuatro de mayo.

Si gobierna Isabel Díaz Ayuso habrá una continuidad en las políticas aplicadas durante las últimas dos décadas y media, basadas en la libertad del individuo, en poder llevar adelante un proyecto personal de vida de cada individuo, donde la intromisión del sector público sea la mínima posible; que apuesta por la libertad de elección en sanidad o educación; por el crecimiento económico y la eliminación de obstáculos para iniciar una empresa o para trabajar;  y que opta por servicios eficientes y austeros e impuestos bajos.

Si gobiernan Iglesias, García y Gabilondo, es decir, la izquierda, la política que promoverán será radicalmente distinta, completamente opuesta, que no es otra que la que el comunismo siempre ha defendido, siendo éste, además, un comunismo que ni siquiera ha pasado por aquel “eurocomunismo” que trató de modernizar un poco -si es que se puede modernizar- a dicha ideología, pues el comunismo será el que marque el ritmo del bloque de izquierdas, por mucho que Gabilondo diga ahora que no va a subir impuestos: Iglesias quiere subir entre cuatro y seis puntos el IRPF a los madrileños, al tiempo que Mónica García llega a hablar de Madrid como “la guarida de los más millonarios”, mientras Sánchez y Montero planean, con su sesgado grupo de expertos, obligar a Madrid a subir Sucesiones, Donaciones y Patrimonio. Esos “ricos” a los que se refieren Iglesias o García son el conjunto de los ciudadanos, a los que les van a quitar decenas o cientos de euros al mes, con lo que los asfixiarán para poder hacer frente a sus pagos cotidianos, o perseguirán hasta la tumba a las personas, al obligar a sus familiares a renunciar a la herencia, en muchos casos, como pasaba en Andalucía cuando gobernaban los socialistas, porque no pueden pagar el impuesto confiscatorio de Hacienda. Buscan la confiscación de lo ajeno de manera legal, pero infame.

¿Qué se juega, por tanto, Madrid? La región madrileña, se juega mucho. De hecho, son los madrileños los que se lo juegan, pues puede trastocar su día a día, desde el dinero que van a cobrar en la nómina, que, como he dicho, será menor si les suben los impuestos, a la posibilidad de decidir a qué colegio llevan a sus hijos -esencial, además de para elegir dónde quieren los padres que se eduquen sus hijos, para también que sus abuelos, en muchos casos, puedan recogerlos y ayudar a sus padres en el cuidado de sus hijos, al poder elegir un colegio cercano al domicilio de los abuelos para facilitarles esta labor-, o elegir a qué medico quieren ir.

Madrid ha conseguido ser la región más libre de España, especialmente en materia económica, sanitaria y educativa. El camino para llegar hasta aquí no ha sido fácil, como todo lo que en la vida merece la pena. Si tras las elecciones es la izquierda la que gobierna, acaudillada por un extremista como Iglesias, Madrid perderá esa libertad, porque el modelo de Iglesias, de la izquierda radical en general, es intervenir lo máximo posible en la vida de las personas.

Si gana Iglesias, si gana la izquierda, los comerciantes madrileños -en épocas normales, exentas de las restricciones a causa de la pandemia- dejarán de poder decidir qué días y en qué horarios abren para ajustarse a las preferencias de sus clientes. La hostelería se verá obligada a cerrar de manera muy restrictiva en los meses que queden de esta situación sanitaria y la quiebra de una gran parte estará garantizada.

Los madrileños que quieran abrir un negocio volverán a verse envueltos en una burocracia eterna para poder poner en marcha su actividad, pues se perderá la declaración responsable o la supresión de burocracia, que permite que Madrid sea un foco de atracción de inversiones, como muestra el hecho del liderazgo de Madrid en la creación de empresas el último año (casi una de cada cuatro empresas que se crean en España lo hacen en Madrid), o que reciba el 75,2% de toda la inversión extranjera recibida en España el último año.

Si gobiernan Iglesias y toda la izquierda, Madrid dejará de ser la región con menores impuestos, que permite que cada contribuyente madrileño se ahorre al año 1.150 euros en impuestos (tras la última gran reforma aprobada en 2014 con efectos de 2015), a los que hay que añadir los cien nuevos euros en impuestos que se ahorrará cada contribuyente con la futura rebaja del IRPF anunciada por Ayuso, que elevará dicho ahorro tributario por cada contribuyente madrileño a 1.250 euros al año. Ese dinero se queda en el bolsillo de los madrileños, que permite que lo destinen a lo que consideren ellos oportuno: consumir, ahorrar o invertir; en definitiva, a generar prosperidad económica y empleo.

De aplicarse la política de la izquierda, los madrileños ya no podrán elegir hospital, médico, enfermero o centro de salud, porque la asignación de los mismos volverá a estar en manos de los políticos.

Del mismo modo, se pone en riesgo la continuidad de la política de bilingüismo en inglés, que ha permitido que todos los niños, no sólo quienes proceden de familias con recursos económicos, sino todos, puedan estudiar no ya inglés, sino estudiar en inglés desde pequeños.

Asimismo, la estabilidad presupuestaria que ha conseguido Madrid, que hace que tenga el menor incremento de deuda y que haya sido la que más ha respetado la estabilidad presupuestaria, volará por los aires. El gasto exponencial es propio de las políticas de izquierda que propugna la izquierda, especialmente del comunismo de Iglesias, cuyos correligionarios han llegado a decir que todo se soluciona emitiendo más dinero: ¡tantos años han pasado y no han aprendido nada de economía! Eso es lo que han hecho -además de muchas otras barbaridades- en Venezuela y han dejado a dicho país en la miseria, además de sin libertades de ningún tipo.

No hay, por tanto, una única política económica posible. Hay una, intervencionista, basada en una mayor intromisión en la economía, gasto público creciente, déficit alto, deuda elevada y subida de impuestos, además de una ausencia total de reformas, que puede llegar a ser extremista cuando forman parte del Ejecutivo partidos comunistas, como sucede en el Gobierno de la nación y como sucedería en Madrid, con Iglesias, y que sería la única alternativa al actual Gobierno de la Comunidad de Madrid. La otra política posible, liberal, basada en la austeridad y reducción del gasto, la estabilidad presupuestaria, la reducción ordenada y selectiva de impuestos y la eliminación de trabas que libera renta para la economía productiva, genera un marco de confianza y credibilidad y dinamiza la actividad económica y el empleo.

Todo eso se juegan los madrileños, que no es poco. Es a todo o nada: o libertad o comunismo. Por ello, los madrileños, al votar el cuatro de mayo, más que nunca, tienen que analizar en quién depositan su voto, pensando en qué política quieren, si la que ha seguido Madrid durante los últimos veinticinco años, basada en la austeridad, la estabilidad presupuestaria, la bajada de impuestos, la eliminación de trabas y la liberalización de horarios comerciales y de la economía en general, es decir, una política basada en la libertad, o la política que aplica el Gobierno de Sánchez, que es la que se instalaría en Sol si gobierna la izquierda en Madrid, máxime con Iglesias como candidato, que es una política intervencionista, invasora de la capacidad de decisión de las personas, socialista y comunista, en suma. Y si no quieren la política de Sánchez e Iglesias, tendrán que tener buen cuidado en no desperdiciar su voto en la opción que puede quedar, con elevada probabilidad, fuera de la Asamblea de Madrid por no llegar al mínimo del 5%, al tiempo que han de tener cuidado de que aunque dicha opción alcance dicho porcentaje no vuelva a hacer una pirueta como la de presentar mociones de censura contra un gobierno del que formaban parte simplemente por el hecho de querer ocupar la cabecera del banco del Ejecutivo. También es importante que, frente a un reagrupamiento electoral de la izquierda, se produzca la menor dispersión posible del voto de centro-derecha para no verse perjudicada dicha opción por la ley electoral. Por tanto, los votantes liberal-conservadores, los votantes del centro-derecha, así como todos los votantes que no quieran perder toda esa libertad conseguida, con independencia de su ideología, deberán votar, para evitarlo, por quienes claramente aseguran una política económica liberal-conservadora, sin dispersar el voto para evitar ese perjuicio electoral, que se ha demostrado, con números, negro sobre blanco, que es la que procura mayor crecimiento económico, mayor empleo, mayor libertad, mayor bienestar y, en suma, mayor prosperidad, que es la política que aplica la opción de Isabel Díaz Ayuso, en torno a la cual, a priori o a posteriori, habrá de unirse todo el centro-derecha para gobernar. De los madrileños es la decisión: Ayuso o Sánchez-Iglesias, libertad o comunismo, respectivamente.

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