Joselito, El Gallo: 25 años

Joselito el Gallo
Paula Ciordia

25 años recién cumplidos. Sólo 25, Joselito, El Gallo. ¿Qué son 25 años hoy? ¿Cuántos años significaban ayer? Confusa con el paso del tiempo, confusa por cómo hace mella en los surcos de los ojos, en la mueca de las sonrisas, necesitaría un conversor del tiempo que me tradujera el tempo de antes al de ahora para entender cómo, Joselito, maestro, pudiste con sólo 25 años llegar, besar la gloria y quedarte a vivir en ella.

Joselito cambió el concepto del toreo y transformó el toro en el campo. Alimentó y nutrió el toreo antiguo, el de las suertes en movimiento, alegres, poderosas, manteniendo con honores el nombre de Gallo que heredara como dinastía. Un torero curtido –como sucedía en aquella época– en las cuadrillas infantiles del toreo cómico.

Hijo de padre torero, Fernando. Hermano pequeño de los diestros Fernando y Rafael, figurón del toreo. Cuñado del maestro Ignacio Sánchez Mejías, muerto también en el ruedo a consecuencia de una cornada de un toro en Manzanares.

Ideó un peto para los caballos –que aunque no llegó a verlo en el ruedo– cambió el tercio de varas. Es más: sin esta incorporación, las corridas de toros no hubieran sobrevivido a las sensibilidades modernas.

Impulsó la construcción de la primera plaza monumental del mundo, la San Bernardo de Sevilla y con ella nacieron el resto: Las Ventas de Madrid, cuya paternidad también le pertenece; Pamplona, Zaragoza, México… Con el objetivo de popularizar la fiesta, de hacerla asequible, de convertirlo en un espectáculo de masas.

Engalanó a la Virgen de la Macarena con las mariquitas de esmeraldas –compradas en un viaje que hizo a París–, que luce con majestad desde entonces y con las que se le ha visto caminar este fin de semana en Roma ante el nuevo Papa León XIV. Amó de manera imposible a la hija de un ganadero sevillano. Y murió en las astas de un toro ciego llamado Bailaor un 16 de mayo de 1920 en Talavera de la Reina.

Su funeral fue un llanto universal y hasta las campanas de la catedral de Sevilla tañeron por la muerte de este gitano. El cortejo fúnebre todavía se recuerda en la Alameda de Hércules con aquellos caballos pietros. Tal vez el primer gitano –hijo de la bailaora Gabriela Ortega Feria– que rompió todas las barreras de lo establecido en España, hasta el punto de ser reconocido como el Rey de Reyes de los toreros. Distinción que mantiene después de 105 años de su muerte.

Desde aquel mayo, en cada aniversario se interpreta el pasodoble Gallito con el que los toreros trenzan el paseíllo en Madrid. Y desde hace varios años se conmemora en su honor el Día Internacional de la Tauromaquia, gracias a la labor de la Fundación Toro de Lidia.

Y esto, insisto, José, sólo con 25 años, a los pocos años de cumplirlos. «¿Pa qué más?», podrías decirme. Un hombre que toreó 680 corridas de toros, 22 de ellas como único espadas. Su nombre completo de pila, tal y como reza en la partida de bautismo, fue José Miguel Isidro del Sagrado Corazón de Jesús.

¿Radicará ahí el enigma de esos 25 años que son como 100, o como si cuatro personas los hubieran vivido a la vez en una sola vida, en un solo cuerpo?

Será porque escribo de noche, será porque me gusta pensar en estas cosas, pero yo aquí veo una relación de misterio, entre los nombres de antes y los hombres de ahora. Antes los recién nacidos llevaban cincelados en su alma nombres fuertes, que no se contaban por uno, sino por cuatro o cinco, dispuestos uno detrás de otro, y que eran en sí propósitos, voluntades, compromisos, promesas, y con los cuales el bautizado iba creciendo, mientras tomaba consciencia de por qué sus padres decidieron llamarle así.

Los antiguos creían que Nomen est omen. ¿El nombre es el presagio? No sé, José, no sé dónde radica tu misterio, pero le damos gracias a Dios porque existieras, porque tus padres te hicieran, porque tu madre te diera a luz en este mundo.

25 años. Sólo 25, Joselito El Gallo. ¿Qué son los años hoy? Esta pregunta después de meditar sobre tu gesta, se vuelve difícil, dura, demoledora, en los tiempos de hoy, donde con veinticinco tacos está bien visto que los hombres vayan  a la guardería universitaria, en el recreo se tomen el biberón de café o coca-cola, y discutan sobre si los toros son un horror, una crueldad y que no son buenos para los niños –esos que no tienen y a saber si tendrán–. Si supieran de tus 25 años…

¡Viva el Rey de los Toreros! ¡Viva Joselito, El Gallo! ¡Viva el Día Internacional de la Tauromaquia! ¡Viva!

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