Infame

Infame
Infame

Del lat. infāmis.

  1. adj. Que carece de honra, crédito y estimación. 
  2. adj. Muy malo y vil en su especie.

Si la definición que hace de “infame” el Diccionario de la RAE se la aplicamos a una persona y a un cargo nos sale Pedro Sánchez Castejón, Presidente del Gobierno de España.

Estoy segura de que “infame” es una de las palabras que a millones de españoles nos vino a la cabeza el pasado miércoles cuando Pedro Sánchez aprovechó su  intervención en el Congreso de los Diputados para demostrar que él siempre es capaz de superar su acreditado nivel de indignidad.

Ustedes saben que me estoy refiriendo a ese momento en el que el infame ‘explicó’ a la portavoz del PP las diferencias que se producen “en política territorial” cuando gobierna el PSOE o el PP. Dijo el infame que cuando gobierna el PSOE todo va muy bien en Cataluña, y que mientras “el PP manda piolines”, él “manda a la Selección nacional de futbol a jugar a Barcelona” (?); o que al PP “le declaran una DUI” y con él “todas las instituciones funcionan con normalidad…”.

No sé por qué nos escandalizamos de que quien comparte estrategia con los enemigos de la democracia asuma su discurso, pero el hecho es que la indignación que ha producido que el infame hiciera suyo el adjetivo utilizado por los golpistas para insultar a los policías y guardias civiles  destinados en Cataluña para defender las instituciones y la democracia ha sido de tal calibre que no hemos prestado la atención debida al resto de sus palabras. Me explico.

Ha pasado desapercibido que el infame Sánchez aprovechó la intervención del pasado miércoles para afirmar que el golpe que se dio desde Cataluña  fue declarado contra el PP, no contra la democracia.  Un detalle que  explicaría por qué él  nunca se ha sentido concernido por el ataque a la democracia y por qué ha amnistiado a todos los delincuentes condenados en firme por sedición y prevaricación. Hay que entender la lógica del infame: “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”. Y como según él entiende dieron el golpe contra el PP (“a ustedes les declararon una DUI…”) los delincuentes son sus aliados estratégicos aunque la víctima del delito sea la libertad de todos los españoles.

El discurso del infame (hay que ver cuánta vileza es capaz de esparcir en solo tres minutos de intervención…) nos permitió igualmente confirmar  lo que Sánchez considera “normalidad institucional”.

Al infame le parece un funcionamiento “normal” de las instituciones que el Jefe del Estado no pueda ir a Barcelona a hacer entrega de los diplomas a los nuevos jueces “porque no está garantizada su seguridad”, según explicó el Gobierno en ese momento.

Al infame le parece un funcionamiento “normal” de las instituciones que estas le nieguen todas sus sedes a la Princesa de Gerona para que no pueda ir a Gerona a entregar los premios anuales que llevan su nombre y el de la ciudad.

Al infame le parece un funcionamiento “normal” de las instituciones que la Generalidad presidida por su socio preferente se declare en rebeldía ante una sentencia firme que obliga a respetar el derecho de los niños a estudiar una parte de sus asignaturas en la lengua común del Estado.

Al infame le parece un funcionamiento “normal” de las instituciones que la Universidad Pública  se impida con violencia la presencia y la voz de los jóvenes que defienden el orden constitucional.

Al infame le parece un funcionamiento “normal” de las instituciones que las familias hayan de recurrir a los tribunales de justicia para que se ejecuten las sentencias y sus derechos de ciudadanía sean respetados por las instituciones catalanas.

Por fin sabemos lo que significa  la “nueva normalidad” para el infame que vive en la Moncloa. Una “normalidad” en la que al parecer los únicos españoles que podrán ejercer su libre albedrío con protección de los poderes públicos serán las niñas de dieciséis y diecisiete años… siempre que lo utilicen para abortar y no para estudiar en su lengua materna si esta es la lengua común del Estado.

Pues eso es lo que hay.

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