La Guerra Civil, versión Saura
Carlos Saura (Huesca, 89 años), el predilecto hijo cinematográfico de Luis Buñuel (el genio), desde su inmensa atalaya y conocimiento, ha dicho algo muy serio, sin que hable obviamente ex cátedra, que ha pasado prácticamente desapercibido, aún tratándose de un asunto de gran importancia.
-“Viví la Guerra Civil y me da terror que haya otra en España. Mi miedo actual es que aquel enfrentamiento pueda volver a repetirse…”.
Ciertísimo que las circunstancias son bien diferentes. La España de hoy está plenamente integrada en Europa libre y democrática, no hay analfabetismo integral, se come caliente (pese a las sangrantes e intolerables “colas del hambre”), pero si se estudian otros aspectos de aquellos terribles años nadie puede negar que existen ciertas concomitancias. Las aporta el propio cineasta, que para el comentarista es persona que merece respeto y hay que escuchar.
-“…De los conflictos entre partidos, por la violencia con la que se expresan verbalmente …Me da miedo…”.
Algo que se puede describir todos los días. Con mi optimismo congénito, pero también con ascética objetiva, añado que ello es algo cuasi exclusivo de profesionales de la política y determinados lidercillos que se autoestiman en busca de su minuto de gloria.
-“No hemos aprendido nada. Parece mentira cómo repetimos los mismos errores…”, sustancia el autor de La Prima Angélica.
Más bien poco. Especialmente desde que irrumpieron con fuerza en el arco parlamentario y copan buena parte de la presencia mediática. Escrito de otro modo, el milagro de la Transición fue posible porque dominó mayormente el centro político y porque el centro-izquierda o la socialdemocracia pura en los catorce años con Felipe González al frente conocían perfectamente lo que ocurrió en España desde 1933 a 1939 y los posteriores cuarenta años de la Historia de España.
-“…Y esa posibilidad, subraya el director de cine, de una nueva Guerra Civil no está tan alejada…”.
Retomo mi dosis de optimismo. Una inmensa mayoría del pueblo español, jóvenes generaciones incluidas, está en el sentido común, no necesitan vomitar barbaridades a diario para comer (como algunos de esos dirigentes), y más pronto que tarde mandará al averno a todo aquel que intente emponzoñar una convivencia que esa inmensa porción de la España actual se ha ganado a pulso, sudor y talento.