El gran corrupto no se comerá el turrón

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Raro es el día que no me plantean por la calle la pregunta del millón de euros, de dólares o de yuanes: «¿Cuánto le queda al tirano?». El tirano no es otro que Pedro Sánchez, cuya salida de Moncloa se ha convertido en una necesidad nacional. Jamás vi a un presidente suscitar semejantes niveles de animadversión, cuando no de odio. Ni el Felipe González de los GAL, las escuchas del Cesid, Luis Roldán y Filesa ni el Aznar de esa Guerra de Irak en la que nunca estuvimos, tampoco el Zapatero de los recortes y los 5 millones largos de parados, generaron tanto asco entre una ciudadanía harta de que un gobernante les chulee, les recorte democracia, les fría a impuestos y robe elecciones sin pestañear —como mínimo, las Primarias del PSOE—.

Pedro Sánchez dejará más pronto que tarde Moncloa y lo hará con una certeza en el horizonte: en su vida podrá circular tranquilo por España por mucha docena de escoltas que le acompañen. Juan Español lo pondrá a escurrir a la mínima oportunidad que tenga. Y bien merecido que lo tendrá. Que nadie lo quiere lo demuestra esa encuesta infalible que es la calle. Cada vez que acude a un acto público le aguardan no menos de 100 ciudadanos cabreados, y no precisamente militantes de tal o cual partido, para llamarle de todo menos bonito. Lejos de ir a menos, el desprecio popular al presidente que no eligieron los españoles aumenta exponencialmente.

Hay que recordar que el asco ciudadano no es de aquí ni de ahora. Ya en el verano de 2018, apenas dos meses después de aquella moción de censura corrupta y etarra que descabalgó a Mariano Rajoy, el marido de la tetraimputada Begoña Gómez empezó a experimentar en sus propias carnes el desdén de Juan Español. A un servidor no se le han olvidado esas imágenes del pájaro en Sanlúcar de Barrameda, de donde tuvo que salir por patas para evitar que la cosa se pusiera más chunga.

Que Sánchez es un superviviente nato y un ADN peleón donde los haya no lo discute nadie. Como nadie, absolutamente nadie, pone en tela de juicio su amoralidad nivel dios. La verdad es que todos lo daban por muerto tras la imputación por corrupción de su histórico número 2, José Luis Ábalos, y no digamos ya después del encarcelamiento del que hasta unas semanas antes había sido su fiel lugarteniente, Santos Cerdán. Dicen sus periodistas de cámara que se planteó dimitir. No sé si es verdad porque éstos mienten hasta al médico pero esta vez el relato se me antoja realista y plausible. Sea como fuere, el careto del personaje en sus últimas comparecencias certifica más allá de toda duda razonable que está en las últimas.

La imputación o preimputación de Francina Armengol, la tercera autoridad del Estado, haría insostenible la legislatura

La suerte se ha vuelto a aliar con él nuevamente aunque a Dios gracias creo que por última vez. El inminente informe de la UCO sobre las mangancias de Francina Armengol como presidenta de las Islas Baleares iba a hacerse público la semana que hoy toca a su fin pero por razones que se me escapan, o no, continúa aún en el tintero. Este dictamen de la Guardia Civil analiza, al parecer, la compra de mascarillas fake por 3,5 millones de euros en plena pandemia. Los agentes también analizan el contrato de más de 10 millones otorgado por la ahora presidenta del Congreso de los Diputados a una empresa de la trama Cerdán: Levantina de Ingeniería y Construcción (LIC). A este respecto cabe recordar que Armengol negó conocer a Víctor de Aldama y luego se demostró que mentía como una bellaca. También intentó desmarcarse de Koldo García pero luego resultó que eran amigos del alma. El grado de confianza era tal que el asesor baracaldés se dirigía a la mallorquina con notoria y notable confianza: «Cariño».

La imputación o preimputación de la tercera autoridad del Estado haría insostenible la legislatura y no porque Sánchez atesore una miaja de vergüenza sino porque, por muy etarras y muy sediciosos que sean, sus socios también tienen votantes y los votantes llevan entre muy mal y peor lo del trinque de dinero público. Unir tu suerte a un corrupto o a una banda de corruptos, lo que hoy día se denomina «organización criminal», constituye un suicidio en diferido. Y ni Otegi, ni el tal Esteban, o quien mande en el PNV, ni tampoco Junts o ERC, menos aún Podemos, están dispuestos a unir su suerte a unos facinerosos.

El siguiente en la lista de los demoledores dosieres de la UCO llevará impreso en letras versales el nombre de Ángel Víctor Torres

A Carles Puigdemont le provocan arcadas estos episodios de choriceo. Pero Sánchez se aferra a la convicción de que el Tribunal Constitucional dará carta de naturaleza al recurso de amparo presentado por el ex president catalán. Y no toca de oídas, básicamente porque Cándido Conde-Pumpido, que está a sus órdenes, ya le ha avanzado por dónde irán los tiros. Lo cual tampoco constituye ninguna novedad. Y el aún primer ministro pronostica que si el gerifalte de Junts regresa a España, le deberá la vida y, en consecuencia, le respaldará hasta 2027. Craso error. Cuando aterrice en Barcelona, el ahora vecino de Waterloo considerará que el pacto que alcanzó con el autócrata en el otoño de 2023 está finiquitado. Y a otra cosa, mariposa.

Si Pedro Sánchez no quiere una taza de cicuta, tendrá taza y media más, si no dos o tres. El siguiente en la lista de los demoledores dosieres de la UCO llevará impreso en letras versales un nombre que ya se nos ha hecho familiar: Ángel Víctor Torres, ese ministro canario tras cuyo rostro de santurrón se esconde, por lo que cuentan, un trilero de marca mayor. El propio Víctor de Aldama, cuyos testimonios se cuentan hasta ahora por dogmas de fe, aseguró que también posee pruebas incontrovertibles de los «50.000 euros» que el ministro de Política Territorial y Des-Memoria Democrática le exigió. Medio Gobierno, y parte del otro, y medio PSOE, y tres cuartas partes del otro, se debían pensar que el empresario madrileño era poco menos que un cajero automático con saldo ilimitado.

Por muchos Montoros que aparezcan por el camino, la cuenta atrás ha comenzado y el pollo no se comerá el turrón en Palacio

El elenco de protagonistas de los expedientes de la UCO puede no concluir en Las Palmas, tierra natal de Ángel Víctor Torres. Piensen mal y acertarán quién puede ser el siguiente: ni más ni menos que José Luis Rodríguez Zapatero. Esto serían palabras mayores. No sé si es verdad el rumor pero estar, lo que se dice estar, ahí está. Sus amistades peligrosas en Venezuela, narcodictador Maduro incluido, no auguran nada bueno, si bien es cierto que su concurso ha sido capital para la liberación de decenas de presos políticos, entre otros ese luchador por la libertad que es el gran Leopoldo López. Al César lo que es del César.

Pensar que Pedro Sánchez es un alma cándida, engañada por su entorno, es poco menos que creer en los Reyes Magos o que los niños vienen de París. Cuando tu mujer está a punto de ser procesada por nada más y nada menos que cuatro pedazo de delitos, cuando tu hermano está sentado en el banquillo por dos, cuando tus dos lugartenientes están en la trena o caminito de Jerez, cabe colegir implementando un mero ejercicio de lógica elemental que tú no estás limpio ni muchísimo menos. Al punto que no hay que descartar que acabe siendo el primer presidente del Gobierno en ejercicio que acaba enjuiciado y no por descojonar nuestra arquitectura institucional, tampoco por sus innumerables traiciones, menos aún por sus tics autocráticos, sino por su amor al dinero. Que tenerlo, lo tiene, a éste le gusta más un billete de 500 euros que a un lerdo un lápiz. Eso de que le importa un pepino el dinero es otra trola made in Moncloa.

Me aposté con José Luis Martínez-Almeida una angulada en ese emporio gastronómico que es Kulixka a que el autócrata con ínfulas de sátrapa no llegaba al verano. Y he de admitir que el alcalde me ha ganado. Lo mismo que Martta Varela, la brillante jefa de gabinete de Alberto Núñez Feijóo, que se apostó conmigo una comida a que no caía antes de este mes de agosto. También he palmado. Saldaré mis deudas encantado porque tengo la convicción de que, por muchos Montoros que aparezcan por el camino, la cuenta atrás ha comenzado y el pollo no se comerá el turrón en Palacio. No se puede engañar ni robar a todos todo el tiempo. Tic, tac…

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