Gobierno en precario

Gobierno en precario

Atada y bien atada tenía el Felón su sexta votación de investidura y por fin lo consiguió. A cambio de un colchón en la Moncloa habría vendido su alma al diablo si le hubiera hecho falta, pero no lo necesitó. A Sánchez le ha bastado con purgar a fondo su partido después de reformar sus estatutos para quitarle poder a su Comité Federal, prometer en campaña electoral que con Pablo Iglesias no se iba a tomar ni una cerveza, que a los separatistas no los iba ni a saludar, que prohibiría los referéndums sobre independencia, que traería detenido a Puigdemont y que con Bildu no iban a pactar, hacer un rollo de papel higiénico con sus promesas y usarlo después de ciscarse en todos sus votantes, abrazarse al chavista, hacerlo vicepresidente a él, ministra a su pareja y a tres comunistas más, incluido ese que tiene como modelo a Cuba, bajarse los pantalones ante los filoetarras de Bildu, llevarse a la Guardia Civil de Navarra, demoler la Abogacía del Estado y ya con eso ha sido suficiente… por hoy.

Era imposible que ninguno de los 167 disputados que le habían prometido su voto incumpliera su promesa y votase en conciencia. Primero porque todos ellos tienen mucho que perder y nada que ganar, porque entre sus intereses no aparecen los generales de España, ni siquiera mantener la dignidad del que cumple sus promesas. Y en segundo lugar porque ERC ya había informado de que harían inútil cualquier arrebato de dignidad socialista cambiando el sentido de sus votos de la abstención al sí en caso de resultar necesario. Y perdida toda esperanza, el sacrificio habría resultado inútil.

Se podrá formar por fin ese Gobierno al que socialistas y comunistas repetidamente llaman “progresista”, tergiversando el auténtico significado del sustantivo “progreso”, que define la acción de ir hacia delante, de avanzar; actividad que resulta absolutamente incompatible con el comunismo, por mucho que éste se apellide “del siglo XXI” para intentar diferenciarse del movimiento reaccionario causante de tanta muerte, represión y miseria que en realidad representa siempre el comunismo. Siempre, en todo momento y en todo lugar, allí donde el comunismo de los Iglesias, Montero y Garzón ha rozado el poder los derechos y libertades de los ciudadanos han retrocedido y lo único que ha progresado ha sido la miseria, la represión y los patrimonios personales de esos líderes que se enriquecen rápidamente a costa de empobrecer a sus pueblos. Y este Gobierno socialista y comunista nace hipotecado a separatistas y filoetarras que el único progreso que favorecerán será el que más perjudique al resto de españoles a quienes nos consideran sus enemigos.

“El matrimonio entre la mentira y la traición”, como acertadamente califica Santiago Abascal al Gobierno de Pedro Sánchez no será para nada progresista, pero sí será absolutamente precario, porque todas las cesiones, traiciones, fraudes y mentiras a las que el Felón se ha visto obligado para mantener el Falcon ya le han caducado hoy tras lograr su investidura. A partir de mañana cada nueva votación precisará de una nueva traición, cada negociación necesitará su propia cesión y cada proyecto una nueva renuncia. Este Gobierno precario resistirá lo que los barones del PSOE sean capaces de soportar la fuga de votos en sus respectivas Comunidades. Este Gobierno precario durará lo que aguante la indignidad de esos 120 socialistas que han mentido a sus electores y que a partir de mañana tendrán que convivir con la vergüenza de haber traicionado a sus vecinos a cambio de un plato de lentejas. Este Gobierno precario caerá en cuanto quieran los golpistas, los filoetarras y los comunistas, quienes a partir de hoy tienen al PSOE cogido por sus partes menos nobles.

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