Por la ética y por la estética, pero sobre todo por la sintaxis

Armengol Congreso

Ha sido necesario realizar un durísimo ejercicio de autocontrol para mantener el visionado de la comparecencia de Francina Armengol en el Congreso de los Diputados. Desde el saludo inicial comenzabas a temer que la cosa no iba a salir bien, pero ese temor se convertía en miedo a los pocos segundos y en pánico un poco después.

Tras su intento de presentación del motivo de la conferencia de prensa ya era inevitable la sensación de vergüenza ajena, pero ésta iba creciendo con cada tema al que aludía, con cada justificación y con cada excusa. En pocos minutos el bochorno ya era tropical, y se hacía más húmedo y caliente en cada palabra que no encontraba, en cada frase que intentaba construir y que dejaba sin terminar y en cada idea que por no conseguir elaborar no conseguía comunicar.

Desde el punto de vista del contenido, excepto las aclaraciones que debería haber presentado, no le ha faltado de nada: balones fuera, insultos sin sentido y descalificaciones infundadas, paternalismo y sensiblería impostada, engaños y medias verdades en fechas, datos, personas, departamentos de la administración…

Pero lo peor no han sido todas las cuestiones que no ha explicado, y que claro los periodistas elegidos para preguntar tampoco han planteado: ¿De mano de quién llega la empresa contratada? ¿Por qué se realizó el pago si el material no cumplía con las características y especificaciones? ¿Por qué ese pago antecede a la firma del contrato? ¿Por qué, si ya se habían constatado las deficiencias, se cambió el contrato y se cargó su gasto a los fondos comunitarios? ¿Por qué la reclamación y la solicitud de devolución no se hizo hasta tres años después, tras la celebración de las elecciones de mayo de 2023?

Lo que más sonroja es comprobar que un personaje con tan claras limitaciones intelectuales, cognitivas, comunicativas y éticas haya sido presidenta de la comunidad autónoma de Baleares durante ocho años y ocupe en la actualidad una de las más altas magistraturas del Estado.

Esas limitaciones se hacen evidentes en su manera de comunicar, en su falta de vocabulario y, más en concreto, en la sintaxis. La sintaxis y la dicción son literalmente imposibles y casi no llegan ni al nivel de las de María Jesús Montero. Según la escuchas es inevitable que te surjan constantes correcciones y que tu cabeza vaya descubriendo alguna forma de terminar las frases que permita que éstas tengan el sentido lógico que ella no es capaz de encontrar. Escucharla e intentar entender algo es como buscar en una habitación oscura un gato negro que no está ahí.

Como esperanza, nos quedaba la posibilidad de que no sea el castellano su lengua materna, pero me dicen desde Mallorca que en catalán es todavía peor.

Visto lo visto después de su actuación de hoy, pero también del desempeño que ha mostrado desde que la nombraron presidenta del Congreso en el pasado mes de agosto, es posible que estemos ante una persona tan básica, tan primitiva y con tan poca formación y desarrollo cognitivo y ético que no tenga capacidad para distinguir el bien y el mal o la verdad de la mentira, diferenciar la ficción de la pretensión o la realidad del deseo.

No extraña que haya tardado tanto tiempo en salir a dar una explicación, ¡pronto lo ha hecho! Un personaje así desnuda su incapacidad cada vez que habla o cada vez que se somete a exposición pública. Y eso sin entrar en su vestido. ¡Desde luego la próxima vez mejor oír sus declaraciones por la radio!

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