Está claro, Otegi es un etarra de tomo y lomo

Arnaldo Otegi-ETA
Arnaldo Otegui, en una imagen de archivo (EFE)

Arnaldo Otegi es incapaz de engañar a ningún demócrata al respecto de su verdadera naturaleza política. Un hombre que actuó al dictado de las armas y el terror, que practicó el secuestro y la extorsión, no cambia jamás. Muy al contrario, esos axiomas se intensifican y aumentan con los años. En su caso particular, además, han tornado en taimada hipocresía y zafio cinismo. Desde que saliera de la cárcel de Logroño, se ha afanado en darle brillo al disfraz de “hombre de paz”. Tan desajustado a su silueta de violento abertzale como demuestra su deseo de que los presos de ETA salgan a la calle. Otegi considera “un triunfo” para el País Vasco que los pistoleros de la banda terrorista queden excarcelados.

De esta manera, vuelve a desafiar al Estado animando a estos individuos a “aprovechar todos los resquicios” para quedar en libertad. Siempre sibilino con cada palabra, ha acusado a España y Francia de utilizar a los presos “para enredar, causar frustración y humillar”. Quizás, el dirigente de la izquierda radical vasca olvida que la pertenencia a banda armada es un delito tipificado en el artículo 571 del Código Penal y penado con entre 15 y 20 años de prisión. Otegi obvia, también, el dolor y el pánico causado a las víctimas durante décadas por todos aquéllos a los que él considera “secuestrados políticos”.

Estas declaraciones vuelven a poner negro sobre blanco la infamia que supondría que un terrorista como Arnaldo Otegi formara parte de ese mismo sistema democrático que ha intentado reventar en tantas ocasiones. Una persona que sigue trazando con su mano la estrategia que le ordena la banda terrorista desde la sombra. La presencia de Otegi en las instituciones públicas supondría una provocación para todos aquéllos que perdieron a familiares o amigos en aquel infausto contexto protagonizado por el poder de las pistolas y las bombas. Así quedó demostrado el pasado 27 de abril, cuando la mayoría de representantes de todos los países rechazaron la visita del etarra al Parlamento Europeo, invitado por Izquierda Unida y Podemos.

Precisamente, líderes políticos como Alberto Garzón o Pablo Iglesias han tratado de legitimarlo con sus declaraciones. El secretario general de Podemos, incluso, ha llegado a decir que “sin personas como Otegi no habría paz”. Manifestaciones muy desafortunadas por parte del dirigente morado. Flaco favor le hacen a España y a los españoles connivencias de este tipo. Los representantes de todas las fuerzas presentes en el Congreso de los Diputados deberían mostrar unidad inquebrantable y sin fisuras frente al terrorismo y sus instigadores. Hace tan sólo 12 días, Otegi justificaba a los que ven “razones” para que ETA siga asesinando. Ése y no otro es el verdadero legado de Arnaldo. Ésa, y no otra, su estatura política.

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