Un error sin solución
Como los peores enemigos son los que salen de tu propio bando y no hay peor cuña que la de la misma madera, el cerco del sanchismo (facción socialista y yolandista) a Irene Montero y a su engendro del sólo sí es sí ya resulta irresistible hasta para esta jabata de la más atrevida y ensoberbecida ignorancia.
Se ha oído a alguien decir que ya le da pena la leña que la están dando y que hay que permitirla una salida digna; algo así como a Putin en su guerra. Pero es que ella no da un paso atrás, demostrando que no ha tocado fondo y que todavía puede seguir complicando los procedimientos punitivos de los criminales y enmerdando el ánimo de las víctimas. Todavía siguen insistiendo en ese mini-ministerio en que el problema es de «interpretación y aplicación», y en que son «las fuerzas fascistas que están en contra de que el consentimiento sea el centro del Código Penal». Hablan como si alguna de ellas hubiera leído alguna vez a Rodríguez Devesa o a Cobo del Rosal, y supieran algo de técnica jurídica o de enjuiciamiento criminal. ¡Poco se les está diciendo! Engreídas en un éxito que no merecen, no sienten ni padecen por las merecidísimas críticas que reciben.
Pero el gran drama del Gobierno es que, aunque intenten zurcir un remiendo para el descosido, el mal ya está hecho; la norma más favorable lo es para todos los que, hasta la fecha en que entre en vigor una nueva regulación, hayan cometido un delito de abuso o agresión sexual. Entonces, ¿con la modificación va a reducirse el número progresivo de beneficiados por la norma actual? ¡No! Todos los delincuentes que en la actualidad están presos o están siendo enjuiciados son potenciales beneficiarios de la misma. ¿Y si se modifica la ley, o incluso si se hace desaparecer a la ministra, se dejará de llevar la cuenta de esos beneficiados? ¡Tampoco! La ominosa lista, que oportunamente empezó OKDIARIO y que ahora ya sale en los telediarios de todas las cadenas, debería seguir exponiéndose hasta que su último responsable político pague la factura del execrable engendro que ha pergeñado el Gobierno.
Porque, en realidad, la ministra de Igualdad y sus acompañantes son piezas de caza menor. La campaña de mobbing o de bullying hacia Irene y su secretaria de estado, son como las purgas estalinistas, que solo servirán para la sádica venganza del presidente Sánchez, que es quien, y nadie debería olvidarlo, les dio responsabilidad, y presupuesto, para acometer esta y otras aberrantes leyes. Sería tristemente paradójico que, mediáticamente pastoreados, el rebaño termine agradeciéndole que retire de la circulación a quien es ministra por su deseo o por su necesidad, permitiéndole que, ante un error sin solución, nos diga, retorciendo la canción de Alaska, lo de fuiste tú el culpable o ‘no’ fui yo.
¡Qué gran tipo! Con esa misma destreza con la que nos convence de que está haciendo crecer la economía más que ningún otro país, sin recordar que, como la hizo caer más que nadie, solamente ha ensanchado la brecha de riqueza con la media europea y de la OCDE. Igual que se cuelga una medalla por tener en los últimos meses una inflación ligeramente más baja, sin explicar que la acumulada en los dos últimos años, especialmente la subyacente, es casi el doble que la media comunitaria.
La habilidad para sacar ventaja de sus propios errores está explícitamente recogida en su Manual de Resistencia. Pero lo cierto es que España es ahora más pobre, o menos rica, que en 2019; que la capacidad adquisitiva (por diferencia entre salarios y precios) de los españoles es menor; y que, monterados o desmonterados, los violadores y maltratadores han visto y verán reducidas las penas por sus delitos… ¡Ahora y para siempre!