Empleo en España: lo que el ojo no ve
Estos días hemos conocido los datos de paro registrado en España, que han provocado la euforia del Gobierno de Pedro Sánchez. Sin duda, que se reduzca el paro es siempre una buena noticia, pero de ahí a echar las campanas al vuelo hay un abismo, porque la realidad de nuestro mercado de trabajo no es tan boyante. La diferencia está en lo que el ojo no ve a simple vista.
Si queremos hacer un análisis serio y riguroso de la salud laboral de nuestro país y, sobre todo, del resultado de las políticas que se están llevando a cabo, no basta con interpretar un dato en sí mismo y aislado de otros indicadores (paro registrado en el último mes respecto al mes o año anterior); es necesario ver la tendencia, cómo está evolucionando a lo largo de la serie histórica, cómo responde a los estímulos que se producen en la economía o en qué posición se encuentra respecto a otros mercados extranjeros. Si lo hacemos, vemos lo infundado del optimismo socialista.
Teniendo en cuenta que el mes de junio siempre es un mes favorable a la reducción del paro por el comienzo de la época estival, encontramos que éste es el segundo peor dato de la última década (excluyendo el año 2020, no comparable por los estragos derivados de la pandemia). El peor dato corresponde a 2022, también bajo la presidencia de Pedro Sánchez.
En efecto, el pasado mes abandonaron el paro 46.783 personas, tan sólo 4.000 más que el peor registro de la serie. Entre los años 2014 y 2018, con Gobierno del Partido Popular, el paro siempre se había reducido en el entorno de las 100.000 personas, incluso superior. Es decir, desde que se desarrollan las políticas de la izquierda, la capacidad de reducción del desempleo se ha reducido a más de la mitad.
Si nos comparamos con el resto de Europa, compartiendo el mismo contexto económico, pero distintas políticas, España ha pasado de ser el país donde más se reducía el paro y de manera más intensa cada año a lo largo de la primera parte de la última década (con Gobierno del Partido Popular) a perder ese liderazgo y la intensidad de la reducción anual con los gobiernos de Sánchez. Mientras, otros países, como Grecia, sí han sabido mantenerlos, de tal manera que España es, por primera vez desde hace más de una década, el país europeo con mayor tasa de paro.
No menos importante es conocer la calidad del empleo generado y la estabilidad del mismo. La reforma laboral llevada a cabo por Sánchez centraba sus esfuerzos en dificultar la comparación homogénea con los datos anteriores a la misma e introducir mayor opacidad. Recordemos que, con esa reforma, se cambiaba el nombre de los contratos temporales a «fijos discontinuos», de tal manera que dejaban de contabilizar como parados, incluso en periodos de inactividad, maquillando así las cifras oficiales del desempleo.
Lo que sí sabemos es que tan sólo un año después de aprobada la reforma laboral, los fijos discontinuos aumentaron un 1.237% y que, desde entonces, más de 800.000 personas han firmado un contrato indefinido que no ha superado el año de duración. Los mismos que crearon los «contratos basura» han vuelto a precarizar nuestro mercado laboral: hoy, el 20% de los contratos indefinidos dura menos de siete días y el 30% menos de un mes; la duración media de los contratos indefinidos es de 48,5 días, y la volatilidad laboral se refleja en más de 1,5 millones de entradas y salidas del empleo al mes en 2024.
Hay quien dice que no se puede bajar la euforia del mercado laboral a nivel nacional y mantenerla a nivel regional, en este caso, de Madrid. Es seguir sin entender nada.
Algunos, de lo que venimos sacando pecho es de que Madrid es la región que más empleo crea y donde más oportunidades tienen sus ciudadanos. Y es así, pero a diferencia de los casos que hemos visto, lo es de forma sostenida en la serie histórica. Más aún. En los últimos 10 años, mientras que algunas Comunidades Autónomas han perdido vigor y ritmo en la creación de empleo, Madrid ha escalado posiciones y ya es, desde hace siete años de manera ininterrumpida, la región donde más empleos se han creado, hasta batir todos los récords de número de personas trabajando.
La diferencia radica en las políticas que se aplican. Mientras el Gobierno de la nación incrementa 69 veces los impuestos, ataca a las empresas, interviene la economía y quiebra la seguridad jurídica, ahuyentando con ello a los inversores, el Gobierno de la Comunidad de Madrid ha practicado 22 reducciones fiscales, incentivado la economía e impulsado una Administración ágil y eficiente que ejerce de dinamizador de la sociedad.
Eso es lo que necesitan los ciudadanos: que sus gobiernos confíen en ellos y les den las oportunidades para crecer, que ellos saben aprovecharlas. En Madrid pueden hacerlo, como harían en toda España si Pedro Sánchez les dejase.
Ángel Alonso es diputado del Partido Popular en la Asamblea de Madrid