La deshumanización del virus ‘El juego del calamar’

La deshumanización del virus ‘El juego del calamar’

Causa estupor escuchar que el Gobierno en general y, Pedro Sánchez en particular, pretenden liderar la «gripalización» del Covid en Europa o lo que es lo mismo: la deshumanización del virus. Y, es que resulta ser que mientras Sánchez pone sugerentes morritos teléfono en mano, mientras se ama encarnecido delante de una pantalla a dos perfiles, porque, para eso él es el guapo que viaja en Falcón, se está muriendo mucha gente inocente en España por culpa de la dichosa pandemia y su inoperancia manifiesta.

Si en la canción del pirata de Espronceda la hazaña marítima iba del uno al otro cofín, Sánchez es el hombre del uno u otro perfil, además, es un histriónico de libro. Parece que no ha tenido que enterrar a un ser querido, ni tampoco que explicarle a una pobre niña de seis años entre llantos y alaridos de dolor, que su abuelo ha fallecido con 66 años y completamente sano por culpa del virus y su incompetencia. Recuerden el inicio de la pandemia cuando: “No habría más que unos pocos casos”, “todo acabaría como una gripe” o “cuando las mascarillas no eran necesarias”.

Ahora sigue en sus trece; con su frase lapidaria (nunca mejor dicho) de que hay que «gripalizar» al virus, lo que hace el presidente es poner a los pies de los caballos a todos los inmunocomprometidos como yo y otros tantos; mejor usen esa palabra que no la de inmunodeprimidos, da la sensación de que somos todos unos amargados, y ya sólo nos faltaba eso.

A un servidor le diagnosticaron en octubre de 2020 un cáncer hematológico, concretamente un mieloma múltiple, después de que mi primer tratamiento no fuese como estaba previsto entré en un ensayo clínico del hospital de Can Ruti en Badalona, basado en la terapia sobre las células CAR-T que me ha permitido seguir luchando por la vida. Mi hematóloga me ha dejado bien claro en la última visita que debo tener mucho cuidado para no contagiarme, ya que en mi estado podría ser muy peligroso para mi supervivencia.

Y yo, iluso de mí, me pregunto: ¿qué pretende Sánchez con su nueva ocurrencia? ¿Que nos contagiemos todos y algunos no vivamos para poder contarlo? Por no hablar de los muchos que puedan tener ahora mismo una enfermedad grave y todavía no sean conscientes de ello porque la asistencia primaria y, por tanto, el diagnóstico médico están completamente colapsados.

Para acabar de rematarlo aparecen los datos de la Conselleria de Salut de la Generalitat afirmando que el 85% de los pacientes ingresados por ómicron en las unidades Covid de Cataluña son no vacunados, inmunocomprometidos o pacientes con comorbilidades severas. Que es como deslizar sibilinamente que es lógico y normal que esas personas estemos en serio peligro. Como si estuviésemos condenados a participar obligados y más abandonados que el perro del anuncio “Él nunca lo haría” a un extraño Juego del calamar entre nuestra propia sociedad para intentar salvar la vida.

Un servidor tiene una familia preciosa, dos hijos, una pequeña de siete años, obviamente, morirme no es un lujo que pueda permitirme a pesar del insensato Sánchez y su consejo de ministros, que cada vez se parece más a una especie de Santa Compaña con traje y corbata que a un conclave de gente sensata, con dos dedos de frente. Y estos eran los adalides de la moralidad.

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