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Desagradable momento de los Reyes en Italia

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  • Jaime Peñafiel
  • Periodista político y del corazón. Experto en noticias sobre la aristocracia y la familia real. Ex redactor jefe de la revista ¡Hola! y fundador del diario El Independendiente y La Revista. Escribo sobre la Casa Real.

María Ruiz piensa, y a lo peor lleva razón, que «las Casas Reales han tenido que bajar varios escalones en los protocolos, sobre todo, en los viajes oficiales». Y, además, en aquellos países donde el sistema político imperante no es una monarquía sino una república, como en Italia, visitada oficialmente esta semana por Felipe y Letizia.

Un funcionario republicano, of course, aplicó el protocolo de la República, impidiendo a Letizia ocupar, como consorte, el lugar que, según ella aunque no para el empleado, le correspondía en el posado oficial del Rey con la primera ministra Giorgia Meloni.

Ignoro si la consorte real recurrió a eso tan vulgar y manido de «no sabe usted con quién está hablando». Lo que sí fue visible y lógico fue el gesto de contrariedad de Letizia ante tal humillación pública.

Pero no quedó ahí la cosa porque hubo otro momento viral, ampliamente comentado y tan humillante, cuando Felipe, Letizia y Giorgia Meloni, presidenta del Consejo de Ministros de la República Italiana, se disponían a posar los tres en la escalinata del Palacio del Quirinal de Roma: nadie entendía muy bien qué pasaba entre los soberanos españoles, mucho menos su anfitriona, que permanecía atónita mientras Felipe y Letizia discutían sobre cómo colocarse sin que nadie del protocolo interviniera.

La consorte española se había confundido de ubicación para hacerse la foto oficial. Fue un tenso y desagradable momento que se prolongó durante varios segundos por culpa de la consorte española, siempre tan sabionda, siendo muy incómodo para todos y que acabó con Letizia admitiendo su equivocación con una sonrisa para colocarse en el lugar que Felipe había designado, ¡faltaba más!, a la izquierda de la primera ministra que quedaba, como era deseo del Rey, en medio de la pareja real española.

Injustificable ausencia en Notre Dame

Nunca, jamás, en la historia de la actual monarquía española, ha habido tanta unanimidad en la indignación nacional y en la crítica sobre el desprecio a un grandísimo acontecimiento político-religioso con asistencia de … ¡¡¡40 jefes de Estado!!! y representantes de las casas reales de todo el mundo, incluida la británica, la marroquí, la jordana y la japonesa. Sólo faltaba la muy católica monarquía española a un evento de gran magnitud mundial que «trascendía lo religioso para convertirse en un símbolo de la Europa cristiana que renace de sus cenizas» (Pérez Pichet).

Día a día ha ido creciendo el clamor de la opinión pública y un aluvión de críticas ante la ausencia de los Reyes Felipe y Letizia. También una ola de preguntas sobre la razón irrazonable de esta decisión.

Zarzuela, con una falta total de respeto a la opinión pública, tiene el cinismo de «no explicar públicamente los motivos de su decisión en este tipo de eventos».  Alberto Núñez Feijóo lo considera una «vergüenza» para el país. «Una vez más, el Gobierno no está a la altura de la sociedad a la que debe servir».

Siempre se ha dicho que el protocolo impide al Rey acudir a eventos oficiales sin la autorización del Gobierno. Pero lo cierto es que Felipe VI no debería estar pendiente del permiso de Pedro Sánchez para participar en una ceremonia como la de Notre Dame.

La ausencia, sobre todo de Felipe y Letizia, fue una vergüenza para España. Ni los Reyes ni el jefe del Gobierno estuvieron a la altura de la sociedad a la que deben servir y representar, poniéndose de manifiesto la descoordinación interna entre ambas instituciones.

El agnosticismo de Letizia

Ante el clamor de la opinión pública por esta ausencia, surge una ola de preguntas sobre las razones irrazonables de Felipe para no asistir a un evento de gran magnitud mundial que trascendía lo religioso, para convertirse en un símbolo de la Europa cristiana que renace de sus cenizas.

Aunque desde el siglo XVI todos los reyes y sus cónyuges han recibido el tratamiento de «Sus Católicas Majestades», la incógnita se mantiene sobre la fe, sobre la religiosidad de Letizia. Toda España sabe que la consorte real es atea o, en todo caso, agnóstica y no practicante, incapaz de santiguarse. Se supo el 25 de julio de 2022 cuando, encontrándose en la catedral de Santiago con Felipe, no se santiguó, manteniéndose ostentosamente cruzada de brazos con aquel vestido color naranja de dos piezas cruzadas con efecto drapeado, mangas japonesas y falda midi con corte evase marcando cintura, indumentaria más propia para un cóctel que para visitar la Casa del Señor. Cierto es que Letizia dejó de hacer la señal de la Cruz desde que Felipe fue proclamado Jefe del Estado en junio de 2014.

¿Qué fue de aquella «luz»?

A propósito de este tema de la religiosidad, en los cursos prematrimoniales, el cardenal oficiante le preguntó a Letizia, recordando su anterior matrimonio por lo civil, cuál era el motivo de casarse ahora por la religión católica. «Porque cuando conocí a Felipe, vi… la luz». Cierto es que esta respuesta exigía una repregunta que el prelado no hizo: ¿A qué luz se refería Letizia?

De todas formas, los efectos de esa luz ¿religiosa? duraron justo el tiempo para casarse por la religión católica que no practica, y poco más. Porque, desde entonces, ha evitado siempre que ha podido asistir a ceremonias religiosas. Lo de la catedral de Notre Dame era una ceremonia religiosa organizada por una república fundada sobre la idea de laicidad que había acometido la restauración de una catedral, un monumento católico.

Una vergüenza cuando en Notre Dame se encontraban representantes de casi la totalidad de las casas reales. No sólo la de Su Graciosa majestad Británica , Bélgica, Países Bajos, Suecia, Dinamarca y hasta Marruecos –representado por el hermano del rey– Jordania y Japón. Sólo faltaba la muy católica España y sus Reyes. Posiblemente, Letizia se justifique con la ausencia del Papa Francisco –¡otro que tal anda!–, circunstancia que tampoco justifica lo sucedido.

De todas formas, repito, una vergüenza, una pena, y una decepción para España, ausente de una ceremonia seguida por millones de personas de todos los países del mundo a través de las imágenes de televisión, lo que hizo que se notara más, por contraste, la ausencia de la ¡muy católica España!

¿Quién aconseja a Felipe VI? ¿Su esposa? ¿Sus consejeros? ¿Pedro Sánchez? Como escribe Ramiro Grau: «Todo lo que tiene Sánchez de pillo, de listo, de taimado, lo tiene el Rey de corto».

Chsss…

La reapertura de Notre Dame ha sido un shock tan fuerte como el del incendio.

Fue una ceremonia ecuménica: 170 obispos franceses, europeos y de varios continentes entonaron El Magnificat durante la misa.

Por fin Alonso ha reconocido en Abu Dabi que está dando los últimos coletazos en el mundial. El hartazgo ha ido in crescendo. No está nada contento con el desenlace de su carrera.

Te has pasado, escribiendo a propósito del nuevo retrato de Letizia, «la nueva Grace Kelly». ¡Pero qué cortesana eres! Como Beatriz, deshaciéndose en halagos sobre Letizia en su columna.

Menos mal que reconoces que no te convence «lo de dejarse mechones de canas».

No me puedo creer que la mamá se lleve de la casa de su hija terrinas de 500 gramos de… ¡caviar!

Estoy contigo, querida María Eugenia, de que «no se sabe cómo se la arreglan Emilia y Rosa, Rosa y Emilia, para escribir a dos manos su último libro Comerse Madrid.

Al archiduque le sucede lo que a mí. Lo suyo fue perder a un hermano por sobredosis. Yo a Isabel. Por ello, intenta ayudar a salir de este infierno a los que están enganchados.

El nuevo presidente de TVE ha declarado que el ente será lo más parecido a la BBC. ¿Sabe, José Pablo, lo que se dice?

Sí, sí. Siempre que no incomode a Moncloa, al «puto amo».

El fichaje millonario de Broncano, del que fue gran valedor, no es un buen ejemplo de austeridad.

El muchacho, con ese desaliñado aspecto físico, a pesar de ser propietario de una importante línea aérea, se considera intocable. Se tuvo que recurrir a publicar un edicto para localizarle para que declarara en la trama Koldo. Se le advirtió con pena de cárcel.

Hasta MotoGP ha donado 1,6 millones de euros para los afectados por la Dana, mientras que Ellos, después de la dramática visita a Paiporta y el funeral, ni… un euro.

Las 10 máquinas de prototerapia para curar el cáncer donadas por el gran Amancio Ortega y que cuestan 28 millones de euros no encuentran a quienes puedan manejarlas.

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