Y del futuro del PP, ¿qué?

Y del futuro del PP, ¿qué?

Resulta sorprendente el halo de expectación generado por las Primarias del PP pues, como no tienen costumbre, todos tienen los ojos como platos y plantean mil y un miedos, mil y una preguntas, en un partido que se ha gestionado desde la omertá, el miedo y la pequeña mafia, que tiene su fundamento más en el movimiento interno de las “putillas y chaperines”, que ven perturbar su caldo de cultivo y sus posiciones, que del exterior, donde también hay dardos envenenados. La dificultad en el PP, como en cualquier otro partido, no es el cambio de cabeza de cartel, que es relevante, pues no es lo mismo Epi que Blas; pero, lo realmente importante, donde se deben de efectuar las transformaciones y la aplicación de un zotal regenerador y limpiador, es en las provincias, en las Comunidades Autónomas, en los cargos intermedios, en la pléyade de mangarranas inconsistentes, inanes que jamás soñaron con llegar donde llegaron y lideran las provincias, con mano de hierro, cual pequeño mafioso de plexiglás que juega con la media verdad, con las medias informaciones para mantener su cobre y su postura.

El problema de la cabeza, y más aún en las fases catetas, es que no han sido capaces de desarrollar una profesión, un trabajo o una empresa, con un mínimo de credibilidad y solvencia, dedicándose toda su vida a la política, al sueldo público y/o al modelo medrado de la estructura de partido. Observemos a los candidatos en liza: Soraya, nació en el 1971 (tiene pues 47 años). Sacó la oposición de Letrado del Estado —con 27 años— (1998) y, sin haber desempeñado su cargo ni siquiera dos años, se dedicó a ser asesora de Rajoy en el PP. Casado, nació en 1981 —tiene por tanto 37 años—. Se colegió como abogado en 2007, pero desde el 2003 estaba formando parte de la estructura del PP, ni siquiera ha tenido un día de actividad profesional sin la cobertura del partido. Con estas mimbres mal vamos a dar ejemplo y difícilmente vamos a conseguir que el que se dedique a la política venga a servir y no a servirse, venga a ser útil al interés general y no a que sea el general interés el propio.

En cualquier caso, la necesidad de reconstrucción del centroderecha y la recuperación de los valores que le son propios es una tarea imprescindible, sin mediocridades, con solvencia, sin frentismos pero sin perder el rumbo, sin miedos, superando el pasado sin melindrosas aceptaciones de una realidad creada ad hoc por las izquierdas. Necesitamos un centro derecha que tenga capacidad de gobierno, ganas de gobernar, presente programas atractivos que se pretendan y puedan cumplir, que defiendan los valores sin generar guerracivilismos absurdos.

Pero, recordando que tan asesino fue el victorioso como el equipo perdedor, y que mejor superar ese pasado sin rencores, sin reescrituras falaces, sin buenos ni malos para, desde el presente, alcanzar un futuro presidido por la unidad de España, la defensa de la vida, la familia, la libertad, de un capitalismo ético que lidere la trasparencia, el cumplimiento normativo y la justicia social, con menos Estado, en una confrontación intelectual con la izquierda que desea más Estado, menos libertad, más división, etc., sin buenos ni malos, sino posiciones de defensa del individuo o del colectivo, tan buena una como otra… que decidan los españoles en libertad. Soraya ya nos ha demostrado cómo llegar al Gobierno con promesas que se incumplen desde el primer día y Casado busca hacer tortillas sin romper huevos… no sé, no sé.

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