La defensa irrenunciable del Rey al Estado social y democrático

La defensa irrenunciable del Rey al Estado social y democrático

En momentos en los que vivimos, en los que hay que soportar la actitud de los representantes de unos cuantos grupos políticos –independentistas, radicales antisistema e izquierdistas de nuevo cuño- que amenazan con arramplar con gran parte de lo que significa ley y orden, es preciso poner en valor determinadas palabras pronunciadas por el Rey Felipe VI en el acto conmemorativo del 40 aniversario del 23F. El jefe del Estado, consciente de los riesgos que corre la convivencia democrática, representada por el Estado social y democrático de Derecho, subrayó de forma oportuna la necesidad de que “todos –ciudadanos e instituciones-nos sintamos comprometidos y obligados a defender, proteger y preservar nuestra convivencia en democracia y libertad.”

No fue una frase más de la intervención del Rey en el Salón de los Pasos Perdidos sino más bien un llamamiento a la ciudadanía para que esté siempre alerta y dispuesta a actuar si fuera preciso, por lo que argumentó las razones de sus palabras de forma clara y precisa.

En primer lugar, el monarca utilizó el término defender porque es sabido lo difícil que fue alcanzar esa convivencia en libertad y siempre hay riesgos que la pueden amenazar.

En segundo lugar, don Felipe recordó a todos la obligación de protegerla porque la democracia es un bien delicado que precisa de un mayor cuidado y de un respeto y dedicación permanentes, ya que su erosión pone en peligro los derechos y libertades de los ciudadanos.

En tercer lugar, el Rey señaló la importancia de preservarla, ya que constituye una premisa irrenunciable para el pleno desarrollo del país y para el progreso, el bienestar y la prosperidad de los ciudadanos.

Quizá a algunos les puedan parecer obviedades lo que el jefe del Estado subrayó en su intervención ante los representantes de los poderes del Estado –legislativo, ejecutivo y judicial- pero visto lo que presentaron como excusa los portavoces de los independentistas y los radicales de izquierda para no asistir al acto institucional que se estaba celebrando en el Congreso, fue muy oportuno que el Rey señalara la importancia de mantener la convivencia social entre todos los ciudadanos españoles. Es obvio que las palabras que se pronunciaron en la sede de ese mismo edificio estuvieron desprovistas del más mínimo respeto a lo que significó el 23F para los diputados y autoridades que sufrieron los desmanes de los militares golpistas. Y el colmo fue inventar que el intento de interrumpir la convivencia democrática que tanto costó conseguir sólo había sido un montaje para salvar lo que ellos califican de “régimen del 78”.

Para terminar este artículo, una queja o, más bien, una reivindicación: no es de recibo que los escolares españoles no hayan estudiado lo que pasó en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, el 23 de febrero de 1981. Ni que ignoren que fue el Rey Juan Carlos quien paró el intento de golpe que pretendía, ni más ni menos, acabar con la convivencia pacífica de todos los españoles y con el Estado de Derecho instaurado en la Constitución de 1978.

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