Cuando el conductor enloquece y no te bajas del coche, pasa lo que pasa

Cuando el conductor enloquece y no te bajas del coche, pasa lo que pasa

Me resulta absolutamente incomprensible que en Ferraz y en las 4.000 casas del pueblo que el PSOE tiene diseminadas por toda la geografía nacional se llevasen las manos a la cabeza este 28 de mayo para la historia y la libertad. O, para ser exactos, que les pillase por sorpresa el incontestable a la par que merecido descalabro electoral, que les ha llevado a perder la friolera de seis comunidades autónomas (Aragón, La Rioja, Comunidad Valenciana, Baleares, Canarias y ¡¡¡Extremadura!!!) y cientos de ayuntamientos. Madrid la tienen imposible hace 28 años y Castilla y León hace 36 e imagino que la historia se mantendrá inalterable durante varias legislaturas con el Partido Popular jugando el mismo rol que desempeña la CSU en Baviera hace medio siglo. La gente no es imbécil: cuando te gobiernan bien, no cambian de caballo.

El factor sorpresa entre las huestes socialistas me llama poderosamente la atención por varias razones. La primera es obvia: las encuestas no concretaban pero sí perfilaban el tsunami que, finalmente, se ha producido. Los sondeos dibujan tendencias y revertirlas suele oscilar entre lo utópico y lo imposible. Resulta alucinante que ni en Ferraz ni, sobre todo, en Moncloa priorizaran ese nada baladí detalle, que es de Primero de Sociología y de Ciencias Políticas. Máxime teniendo en cuenta que controlan la maquinaria demoscópica más potente de largo de este país: el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que elabora más barómetros que nadie, que dispone de buena parte de los mejores profesionales en la materia y que trabaja sistemáticamente con muestras que superan las 4.000 personas, un universo entre dos y cuatro veces mayor al de un medio de comunicación.

Las encuestas no concretaban pero sí perfilaban el tsunami del pasado 28M. Los sondeos dibujan tendencias y revertirlas suele ser utópico

Con la pólvora del rey es todo más fácil. Lo que resulta incomprensible es lo burros que son, tan malos como burros. Inflar malversadoramente las opciones del PSOE elección tras elección sería una buena táctica si se hubiera cumplido ese viejo refrán español que deja inequívocamente claro que Vicente va donde va la gente. Lo que los anglosajones denominan el mainstream, esa corriente dominante que nos conduce a los ciudadanos cual borregos por el mismito camino en la moda en particular, en el consumo en general, en las costumbres y naturalmente en la política.

El problema es que la pifiaron en la Comunidad de Madrid en 2021, donde el sin vergüenza malversador de José Félix Tezanos daba 10 escaños de diferencia al bloque de izquierdas una semana antes del 4 de mayo, repitieron en Castilla y León, donde otorgaron la victoria al PSOE, la volvieron a hacer en Andalucía alejando a Juanma Moreno de la mayoría absoluta y la mentira ha sido la tónica dominante por enésima vez en las municipales infravalorando al PP e inflando las previsiones al PSOE. Que nadie se engañe: la indignación del contribuyente con el CIS, que nos cuesta 12,6 millones anuales —4 más que con Rajoy—, ha sido una nada despreciable fábrica de votos antiSánchez. Engañar a todos un poco de tiempo es fácil, hacerlo todo el tiempo con unos pocos, también, pero tomar por el pito del sereno a todos todo el tiempo es física y metafísicamente imposible.

Por otro lado, pensar que España les iba a perdonar el pecado original, el pacto con la banda terrorista ETA travestida de Bildu, es no conocer a esos ciudadanos que sufrieron con impotencia medio siglo de terrorismo que se cobró la vida de 856 inocentes, que dejó miles de huérfanos, viudas y viudos, que hirió, calcinó y mutiló a otros tantos y que provocó el éxodo de 180.000 vascos y no menos de 50.000 navarros alterando el statu quo político para siempre en ambas comunidades autónomas. Por no hablar de los beneficios penitenciarios concedidos por este Gobierno a ese Txapote que asesinó a cañón tocante a Miguel Ángel Blanco, que hizo lo propio con Goyo Ordóñez y que segó la vida del socialista Fernando Múgica o a un Henri Parot al que se adjudican 80 muertes que se dice pronto.

Pensar que España les iba a perdonar el pecado original, el pacto con la banda terrorista ETA travestida de Bildu, es no conocer al pueblo

Los ciudadanos demostraron el 28-M y certificarán el 23-J que tienen memoria histórica pero de la buena. El dolor que provocó la gentuza que dirige Arnaldo Otegi no lo quieren ni lo van a olvidar jamás, al menos en dos o tres generaciones, entre otras razones, porque el españolito de a pie es buena gente que no entiende ni entenderá jamás que se pueda quitar de en medio al prójimo porque piensa diferente a ti. Los pecados mortales añadidos han disparado exponencialmente la velocidad de crucero hacia el abismo que tomó Sánchez de la mano de Otegi: la alianza con los golpistas catalanes de ERC, la inclusión en el Consejo de Ministros de los machacas de la narcodictadura venezolana, la derogación del delito de sedición, la práctica legalización de la malversación, es decir, del robo de dinero público, y la puesta en libertad o la rebaja de condena de más de 1.000 violadores, pederastas y abusadores. Demasiada maldad en tan poco tiempo.

Por no hablar de pecados veniales como esa okupación que blanquea la nueva Ley de Vivienda, de una Ley Trans que es un disparate se coja por donde se coja y que no debería haber pasado del mero retoque de algunos artículos de la normativa anterior o de la Ley de Memoria Democrática, que asienta la voladura del Pacto del 78 y la consecuente resurrección del guerracivilismo emprendidos por ese irresponsable de marca mayor que es José Luis Rodríguez Zapatero.

Todos en el PSOE se llevan ahora las manos a la cabeza ‘olvidando’ que no hicieron nada por parar a un conductor que había enloquecido

Los actos malvados tienen consecuencias en política como en cualquier otro orden de la vida. Vaticinar que les iban a salir gratis demuestra que la militancia socialista, y no digamos ya los cargos orgánicos, estaban anestesiados o se habían vuelto tan tarumbas como su chulesco caudillo. La prueba del nueve de que la bofetada electoral tiene su origen en todas estas barrabasadas reside en el hecho de que Emiliano García-Page, el único que se atrevió a alzar la voz y creo que sinceramente, es la excepción que confirma la regla al haber salvado los muebles. Es tan obvio que discutirlo provoca vergüenza ajena. Como perogrullesco resulta atribuir esa victoria con sabor a tragedia de Guillermo Fernández Vara al motivo antagónico. En un ejercicio de supina cobardía moral, se hizo el sueco mientras Pedro Sánchez se acostaba con una ETA autora de la muerte de 50 extremeños.

Qué lejos queda ese PSOE transversal y puramente socialdemócrata de las grandes mayorías felipistas, nada que ver con el minoritario de un Sánchez que ha apostado por dar rienda suelta a los malos con tal de mantener esa patológica obsesión que es para él el Falcon. Todos en la formación que más años ha gobernado España se llevan ahora las manos a la cabeza olvidando que no hicieron nada por parar a un conductor que había enloquecido. Si vas en un coche y el que está al volante circula a 200 kilómetros por hora haciendo trompos, pasado de copas y pensándose que es Carlos Sainz o Fernando Alonso lo primero que tienes que hacer es exigirle que pare y bajarte. Si te callas, las posibilidades de no contarlo se aproximan al infinito. Sánchez es metafóricamente Jim Jones, el gurú que llevó a 919 personas a la muerte en Guyana en 1978 porque nadie le paró los pies. Moraleja: la culpa es más de los 200.000 militantes socialistas que callaron por miedo, por lealtad, por quedar bien o por bobaliconería, que del propio secretario general. Ahora, que hagan penitencia. Y cuantos más años, mejor.

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