Constitución: 44 años (ni uno más)

Constitución: 44 años (ni uno más)

Resulta irónico ver envolverse en las páginas de la Constitución del 78 a los mismos que llevan varios años tratando de mandarla directamente al averno. Ningún gobierno ha perpetrado más fechorías contra aquel gran pacto de nación, que alumbró la etapa más libre y próspera de España, que el Ejecutivo de Sánchez. Tampoco el inefable e inexplicable Zapatero se quedó corto a la hora de intentar demostrar que era un estadista fake.

La Constitución del 78, se pongan como les venga en gana, ha sido el hecho político e institucional más decisivo de los últimos tiempos en España. Echó el cierre a la Guerra Civil, los combatientes de uno y otro lado se dieron un abrazo olvidando las trincheras, y ello permitió gozar de 40 años de prosperidad, libertad y presente con Europa bajo el brazo y derechos a mansalva.

En esto llegó un tal Sánchez, ignoto arribista donde los hubiera, y mandó parar. El tipo que había vivido como Dios al amparo de lo que habían construido sus mayores, lleva cuatro años empeñado en derribar todo lo que de bueno encontró, sin ser capaz de construir algo serio, riguroso y cierto con lo que pasar a esa historia que tanto ansía. ¡Claro que pasará a las páginas negra de la historia! ¡Se lo ha ganado a pulso!

Un tipejo de tan escasa calidad intelectual, ninguna perspectiva histórica, valiente con los débiles y débil con los poderosos, cree que por haber trasladado unos restos consumidos y apergaminados tiene expedito el Olimpo. Podría haber sucedido si a Franco, en vida, le hubiera segado el gaznate o hubiera montado una organización política capaz de hacerle desaparecer en cualquier otro sitio que no fuera la apacible cama de un hospital público.

44 años después de aquel logro realmente histórico que representó el Pacto Constitucional que daba por finiquitadas las trincheras entre las dos Españas, Sánchez y sus aliados, repletos de odio y venganza, decretaron el fin de la Carta Magna que encontrará el parabién de los escribidores de la historia. Entre esos amigos, se encuentran desde golpistas, comunistas de rancio cuño fracasado, terroristas que combatieron la democracia desde el primer instante a ganapanes de tres al cuarto. El descabezamiento diario de aquel Pacto ha conseguido que la polarización de la sociedad en ósmosis con su clase política no augure nada bueno. Han traído odio, odio y más odio. Destruyen, sin levantar nada a cambio.

Dos ágrafos inexportables, Zapatero y Sánchez, consiguieron subirse al poder en circunstancias no suficientemente aclaradas. Y, desde ahí, han perpetrado la defunción (el entierro aún puede esperar) de una Constitución democrática, en progreso, valiente y europea, en consonancia con las grandes potencias libres del mundo libre. Nunca podrán compensar al pueblo español el enorme daño causado.

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