Celaá se burla de todos los españoles

Celaá se burla de todos los españoles

Isabel Celaá debe dimitir. Por mentir, por faltar a la transparencia en su declaración de bienes, por no dar la cara y esconderse tras Meritxell Batet, por sus injustificables ataques a la escasa prensa libre que aún queda en España y porque se está burlando de todos los españoles. El episodio acaecido este martes ha terminado de definir el disloque surrealista en el que anda sumida, impropio de una representante seria. Primero, porque ha sido Batet, y no ella, la encargada de hablar en la sesión de control a raíz de las informaciones exclusivas publicadas por OKDIARIO. Resulta kafkiano que la portavoz de un Ejecutivo necesite a su vez una portavoz propia para que explique sus irregularidades. No obstante, eso, a pesar de su gravedad, no es lo peor. Lo peor es que trate de tomarnos a todos por tontos.

A pesar de haber rectificado su declaración de bienes obligada por las informaciones de este periódico, ahora resulta que no la hará pública hasta que deje el Gobierno. Celaá se agarra a la ley —en este particular se cumple lo de «hecha la ley, hecha la trampa»— y, a pesar de haber modificado la información, dice que sólo la puede revelar antes y después de su desempeño ministerial. Para empezar, el hecho de que la haya modificado ya indica que OKDIARIO estaba en lo cierto, por mucho que el actual Gobierno haya tratado de estigmatizar las noticias de esta cabecera con calificativos como «venenosos». Al final, la verdad siempre aflora y lo único cierto es que Celaá mintió cuando entró en el equipo de Pedro Sánchez. Una prueba más de que el actual Gobierno de España no se cansa de hacer el ridículo. Sin embargo, y ya que ha tenido que modificarla, debería tener un arresto de honestidad y mostrar su patrimonio ante todos los ciudadanos. ¿O es que tiene algo más que esconder?

Desde luego, sería lo que faltaba para la culminación de un escándalo donde las cifras no cuadraron desde el principio. Isabel Celaá valoraba en unos irrisorios 195.000 euros una mansión de 4.500 metros de finca y 700 metros cuadrados de vivienda en una de las mejores zonas de Bilbao cuando en realidad costaba más de un millón. No quedó ahí, ya que este periódico también descubrió que, además, poseía dos pisos de lujo de 310 metros cuadrados ubicados dentro de un lujoso palacete de la no menos exclusiva zona de Neguri, en Guecho (Vizcaya). En definitiva, hizo todo lo contrario al principio de «transparencia» que pregonaba el Ejecutivo al que pertenece y representa. La teórica «transparencia» por la que Pedro Sánchez justificó su moción de censura ha quedado reducida a la más absoluta opacidad. Por ello, Celaá debe dimitir y evitar que este bochorno siga creciendo.

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