La casa de las madres capaces
Hoy me van a permitir que trascienda lo meramente político para hablarles de algo precioso. Como estoy muy cansado de los sainetes legislativos como la ley de la familia, a veces dejar que hable la sociedad civil es mejor que cualquier opinión. Y más en los albores del Día de la Madre. Tomen nota: la Fundación A LA PAR cumple 75 años como las grandes entidades lo hacen: creando proyectos absolutamente necesarios de los que cambian vidas.
Déjenme que les cuente. Se trata de Madres Capaces, un programa destinado a madres con discapacidad intelectual e hijos menores a su cargo en grave riesgo de exclusión social. No hay nada igual en España y merecen que se hable mucho, muchísimo de este tema. Han habilitado para cuatro madres con discapacidad intelectual y cinco pequeñines (bebés y críos, ninguno supera los 8 años) una maravillosa y amplia casa en el norte de la región. Por supuesto, no van a estar solas en ningún momento. A su lado, brindándoles constante apoyo, hay una coordinadora, una psicóloga —las usuarias arrastran una vida dura y muchas han sufrido violencia doméstica—, una educadora —que cada tarde, durante cuatro horas, trabaja intensamente con estas familias y sus peques— y una preparadora laboral, que dotará a estas mujeres de todos los recursos para que puedan conseguir un empleo que les ofrezca la vida digna que merecen.
Madres Capaces, que lidera el departamento de Vida Independiente de la fundación, ha surgido como una respuesta a situaciones que A LA PAR se ha ido encontrando en su día a día. Como explica Myriam Becerril, directora del área de Apoyo Psicosocial, han estado años atendiendo a personas con discapacidad intelectual que vivían de manera independiente. En ese día a día se iban adaptando a las (duras) realidades que se encontraban, y se dieron de frente con la dura, terrible situación de muchas madres con discapacidad intelectual y una soledad absoluta. Con la amenaza constante de que sus hijos les fueran arrebatados por el sistema. Y no quisieron, ni pudieron quedarse de brazos cruzados. Y así nació este proyecto tan precioso.
La Fundación cuenta con una impresionante experiencia en este ámbito, pero Madres Capaces también funciona como una red que tiende puentes entre todos los agentes implicados. Como explica Becerril, «queremos construir lazos con la comunidad y con aquellos que nos rodean, porque la sociedad debe trabajar en conjunto para que estas mujeres y sus niños salgan adelante. Trabajamos con casas de mujeres, servicios sociales y centros de atención a la infancia. La respuesta está siendo de diez y sabemos que el boca a boca va a ayudarnos mucho». Todo acaba de arrancar, y los chiquitines, de hecho, siguen en sus colegios habituales. En septiembre se apuntarán a un colegio cercano donde les esperan con los brazos abiertos.
En este hogar, con mayúsculas, permanecerán un máximo de dos años, trabajando duro, aprendiendo, labrándose una vida con trabajo y adquiriendo herramientas para la crianza. La principal ya la tienen: amor infinito por sus hijos. En cualquier caso, una vez que abandonen el programa, A LA PAR continuará ofreciéndoles apoyo en las áreas que necesiten. Madres Capaces está sostenido casi en exclusiva por A LA PAR: sólo una pequeña parte se financia con los fondos europeos. Así que, si tienen algo que ofrecer, o quieren colaborar, pónganse en contacto con A LA PAR. Cada gesto cuenta.
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