Burbuja inteligente o artificial

Burbuja, Inteligencia Artificial, empleo

A finales del verano de 1929, un limpiabotas de Nueva York sugirió al padre de JFK que debía comprar unas acciones, un hecho que le sorprendió y le animó a deshacer sus posiciones en bolsa ante la sospecha, que se hizo cierta con el crac del martes negro de octubre, de que nadie más quedaba ya por invertir.

De la misma forma que ocurrió hace casi un siglo, todos hablando de los valores y las inversiones, hoy todo el mundo habla de la inteligencia artificial, empresarios, responsables de políticas públicas, académicos, periodistas e inversores.

Sirva como ejemplo de esta conversación continuada, mi experiencia personal esta semana que pude asistir a variados eventos tan distintos entre sí como el de los alumni de Deusto con los responsables de talento de empresas lideres en la Fundación La Caixa, donde se nos contó que Iberdrola la está utilizando ya para mantener conversaciones multilingües en el idioma nativo de cada interlocutor que es traducido de forma automática permitiendo así una mayor libertad y espontaneidad de los participantes en las reuniones internas.

En las nuevas sesiones de energy prospectives o de antiguos alumnos del IESE con el Premio Nobel de Ciencias Económicas de 2001 Joseph Stiglitz, fue muy optimista en esta materia. Nos aseguró que la inteligencia artificial, gran consumidora de energía en los centros de datos, será verde si se soporta en energía renovable y es parte del proceso NetCero de descarbonización. Para él profesor, sin duda, la inteligencia artificial nos ayudará a solucionar los problemas de las emisiones y el reto del almacenamiento de la energía.

El ex presidente de la Comisión Europea entre 2004 y 2014, Jose Manuel Durao Barroso señaló que esta nueva tecnología tendrá un impacto extraordinariamente positivo. Un claro mensaje de optimismo sobre el papel de la ciencia y la tecnología, parte de la solución, porque para él hay problemas que solo con la inteligencia humana no hemos podido resolver. 

También en el IESE, el cardiólogo Valentín Fuster la comparó con el descubrimiento de la electricidad, un cambio radical muy positivo, pero añadiendo su preocupación de que pueda cancelar la creatividad humana, usándola en algo que el ser humano debería haber creado. 

Incluso en la cena que organizó el Instituto Juan de Mariana para entregar un premio al presidente de Argentina, Javier Milei, este aludió a una nueva revolución industrial. Señaló que habrá confrontación de los nuevos artesanos luditas en contra del uso de la tecnología de la inteligencia artificial. Esta vez mediante el exceso de regulación que puede ahogar el crecimiento, la competitividad y la productividad que está cambiando ya muchos trabajos.

Como puede verse, todos los interlocutores citados abordaron el gran impacto de la inteligencia artificial sobre el planeta, nuestras vidas, nuestro ocio, las empresas y sobre la mitad de los empleos actuales.  

El mensaje central es que las personas que no sepan manejar la inteligencia artificial serán sustituidas por aquellas que entiendan cómo hacerlo. Esto no va de máquinas sustituyendo a personas, va de personas que se han preparado en una nueva tecnología para hacernos más competitivos, productivos y eficientes.

Pero la cuestión que nos preocupa a los economistas es si estamos en una nueva burbuja y si esta será financiera y tendrá repercusiones laborales y tecnológicas.

Con respecto a la parte financiera, los impresionantes resultados en bolsa de las principales compañías dedicadas a extender la inteligencia artificial generativa han creado grandes expectativas de mercado, un contexto muy atractivo para la aparición de nuevas empresas en el sector, incluidas las de semiconductores que van a reducir tanto los costes como la cuota de mercado de las empresas dominantes.

Desde el lanzamiento del ChatGPT y en menos de dos años, las acciones de empresas como Nvidia se han revalorizado casi un 500% o en el caso de Super Micro Computer más de un 1.000%. Amazon Web Services, Google y Microsoft quieren entrar a competir en el campo de la inteligencia artificial como protagonistas y no solo como aliados.

Hay analistas que señalan que el futuro de la inteligencia artificial que está todavía por escribir tiene ciertas similitudes con el boom y la burbuja de las punto.com en 1999 o de la conducción autónoma de 2017. 

Algunas empresas recién nacidas y enfocadas a la IA generativa, localizadas todavía en incubadoras, están recibiendo financiaciones muy masivas de mano de los inversores guiados por unos compromisos de facturación futura difíciles de cumplir por estas pequeñas gacelas empresariales.  Cierto que no se olvidan de la mala experiencia del pasado. Hoy miran mucho más los ingresos, la facturación real y la solidez financiera en los procesos de análisis, valoración y recomendación.

Y en materia de creación masiva de nuevos empleos anunciados por las grandes empresas protagonistas de la revolución de la inteligencia artificial, podemos estar construyendo algunos grandes proyectos sobre pies de barro. No podemos perder de vista que para escalar el negocio tenemos una necesidad masiva de profesionales de especialidades que todavía no cuentan con muchas personas formadas. A modo de ejemplo, en el mercado laboral actual se necesitan muchos perfiles técnicos en centros de datos que dominen materias con certificaciones específicas como compTIA (A+, Server +, Network +, Security+ o Data+) o de especialistas en climatización.

El debate está servido. Las grandes expectativas generadas deberán ser cubiertas o nos enfrentaremos a una congelación de las inversiones. Solo el tiempo dirá si es una burbuja, pero a la velocidad de la computación cuántica que posee ya la inteligencia artificial generativa, seguro que no tendremos que esperar mucho esta vez para comprobarlo. 

Burbula callida o sapiens

José Luis Moreno, economista, ha sido director de Economía en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Madrid. Analista económico y empresarial.

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