Budó: usted tiene que pedirnos perdón, no el Rey

Budó: usted tiene que pedirnos perdón, no el Rey

Los oportunistas/delirantes de este triste govern que sufrimos han anunciado por boca de su portavoz, Meritxell Budó, que ningún miembro del Ejecutivo irá a recibir a Felipe VI durante su visita de este viernes.

Yo, si fuera el Rey, estaría muy aliviado de no tenerlos a la vista. Barcelona es muy bonita, y el tiempo ese día podría ser soleado con alguna que otra nube. La presencia de independentistas haciendo el hipócrita podría estropearlo y volverlo sombrío. Mucho mejor soportar a los que irán a manifestarse a las puertas de la Estación de Francia, la Casa Seat o el Movistar Center de Telefónica, que son los lugares donde se celebrará la Barcelona New Economy Week (BNEW). Dónde vas a parar. Al enemigo, de frente y sin tapujos. No como en el gobierno de España, por ejemplo.

La portavoza se excusa diciendo que «tenemos mucho trabajo». ¡Ja! Ya sabemos lo atareados que andan con la sanidad, la economía o el turismo. Sólo saben “fer República”, que nadie ignora que, teniendo los medios de comunicación o los centros educativos, con un par de horillas al día ya vale. ¡Si siempre es lo mismo! Ya tienen “la mà trencada”, o sea, que ya “les sale chupado”.

Pero lo descacharrante es que ose exigir que el Rey “pida perdón”. Mire, señora Budó, ustedes son quienes deberían ponerse de rodillas por todo el daño que nos han hecho. Demasiado. Escúcheme atenta. Dice que Felipe VI hizo “un discurso partidario e incendiario del 3 de octubre de hace tres años”. Y yo le digo que lo que sucedió es que, por fin, se levantó una voz clara y firme en defensa de la legalidad y, sobre todo, de los derechos de más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña a los que ustedes trataron de conculcar sus libertades. Por todo ello, por agradecimiento a su discurso de aquel día, muchos catalanes decimos de corazón “Viva el Rey”. Y espero que esta expresión la estremezca como un crucifijo a un chupasangre transilvano.

A usted le han seguido otras voces con derecho a micro. Como Laura Borràs con su “el Rey no es bienvenido en Cataluña”. Pero la impunidad de la sociovergencia parece tocar a su fin.  El Tribunal Constitucional ha admitido a trámite este martes el recurso de amparo que Quim Torra presentó contra su inhabilitación, pero ha rechazado la suspensión urgente de la ejecución de la sentencia (esa medida cautelarísima que pidió su defensa). También

Grand Tibidabo ha acusado a la familia Pujol de fraude fiscal, falsedad documental, asociación ilícita y blanqueo de capitales. Casi nada. Reclamándoles una indemnización de algo más de dos millones de euros por el presunto cobro de comisiones ilegales en la venta de la compañía en 1991. Y, mientras tanto, hay un festival de embargos en el caso Palau. Varios inmuebles a Millet y los Montull, padre e hija.

Se diría que la justicia avanza lentamente, pero lo hace.  Como la que ha condenado a la Universidad de Barcelona en un fallo conocido ayer por posicionarse sus dirigentes a favor de los presos del «procés». Denunciado por un puñado de valientes. Entre ellos mi querida y corajuda Chantal Moll.

Hasta se oyen confesiones inimaginables hace tres años. Santi Vila admite que el «procés» “fue impropio de una democracia”. Son palabras fuertes. Eso sí, lo dice a la vez que pidiendo la libertad de los presos, pues todo fue algo parecido a la “ensoñación” esa del juez Marchena. Menos mal que sabemos lo que vimos y oímos.

Pero por lo menos los parlamentarios más woke de mi tierra celebran un gran logro: ya tienen baños paritarios en el Parlament. Como comenta con humor el gran Ferràn Caballero: “algunos ni se hablan, pero están encantados de poder mear juntos». Yo no me atrevería a añadir nada más.

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